Un buen revelado digital es importante, pero no más que un buen disparo. Trabajar en el laboratorio digital sirve para que nuestras fotografías llamen más la atención y podamos definir aún más nuestro estilo personal.
Estoy convencido de que gran parte del trabajo del fotógrafo se hace en el momento del disparo. Y también que un buen revelado ayuda a mejorar, que no cambiar, lo que el fotógrafo quiso ver a la hora de hacer la foto. Por eso vamos a señalar estas cuatro reglas para tener claro el objetivo que debemos buscar cuando nos sentamos delante del ordenador.
Estas reglas las podemos encontrar en muchos sitios, nos las pueden dar muchos profesores en diversos talleres y encuentros, pero pocas veces nos las podemos encontrar juntas de una manera tan clara como las he leído en el apasionante libro Técnica fotográfica de Jay Dickman, de la editorial Omega.
Lo mejor es buscar la luz más adecuada, el encuadre más ajustado y la mejor exposición en el momento justo del disparo. Sobre todo para evitar pasarse muchas horas delante del ordenador para ajustar pixel a pixel el archivo, intentando eliminar lo que no nos gusta o no nos convence. El revelado debe potenciar lo que hay, acercarnos a la previsualización que hicimos cuando nos llevamos la cámara al ojo. Todo se quedará en un juego de reservas y quemados que ayudará a que el espectador mire lo que nosotros queremos que descubra. Vamos a ver las cuatro reglas que nos ayudarán a conseguirlo. Y no olvidemos el decálogo.
El ojo prioriza las zonas más claras y de mayor contraste
Si queremos que algo destaque en la foto, debemos colocarlo en la zona más luminosa del encuadre. En un retrato el sujeto debe recibir la mejor luz. En un paisaje debe estar mejor iluminado aquello que más nos haya llamado la atención.
Por eso tenemos que evitar las luces quemadas en nuestros disparos y aprender a exponer bien. En el revelado tenemos que evitar zonas altas si ahí no está el elemento principal.
Por poner un ejemplo, si tenemos un cielo blanquecino, hay que asumir que las miradas irán hacia él, por eso pocas fotografías con cielos sobrexpuestos llegarían lejos en una criba de un concurso. Pocas cosas interesantes pueden pasar en una zona blanca sin detalle.
Siempre buscamos formas reconocibles y luego todo aquello que desconocemos
Esto quiere decir que tenemos que intentar conseguir formas limpias y familiares, sencillas, que sean fáciles de descubrir. La fotografía tiene que comunicar desde el primer momento que la miramos. No necesita explicaciones. Y la única forma de hacerlo es priorizando esas formas fáciles.
En el revelado tenemos que luchar para que destaquen dichas formas. Si vemos un disparo en el que dos cabezas se solapan, por ejemplo, tendremos que trabajar de tal forma que se separen, que una sea más oscura que la otra. Si no lo hacemos, la observación en un primer nivel será defectuosa para muchos espectadores.
Nos fijamos en el detalle
Si queremos atraer la mirada del espectador debemos dar más importancia al detalle. No quiere decir que tengamos que hacer las fotografías más nítidas del mundo, algo que también es importante, sino que tenemos que revelar de tal forma que la zona principal tenga una mayor sensación de detalle.
Es lo que podemos hacer con algo tan sencillo como Claridad, que no es otra cosa que el aumento de contraste en las zonas medias para aumentar la acutancia. Podemos revelar toda la fotografía y luego subir localmente el contraste, o jugar con el comando Claridad para dirigir la mirada del espectador.
Preferimos los colores cálidos a los fríos
Hay muchas pruebas que lo confirman. Creamos una rueda de color y la miramos. Seguro que los rojos y los naranjas llaman primero nuestra atención por encima de los azules. Por eso es interesante trabajar con tonos cálidos la zona que queremos que destaque. O mejor aún disparar siempre con una luz cálida que llame la atención del espectador. Este es el motivo por el que nos gustan tanto las luces del atardecer.
Esto no quiere decir que nos limitemos sólo a disparar por la tarde, pero que en una situación en la que haya sombras (frías) y luces (cálidas), el lugar de interés debería estar en esta última zona, para que el espectador mire sin problemas lo que nosotros queremos.
Todas estas reglas sirven para mejorar nuestro revelado. Y como tales, están para saltárselas siempre que las dominemos. Si hiciéramos todos lo mismo la red estaría inundada de fotografías sin alma, clónicas unas de otras. Sin embargo, podemos asegurar que estas reglas nos permitirán separarnos de la mayoría. Pero no podemos olvidar que todo parte de un buen disparo.
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