El mundo está lleno de personas que se dedican a hacer retratos. Hay muchos que, por obligaciones laborales, son capaces de hacer hasta 200 al día (los que se dedican al mundo de las orlas, por ejemplo). Pero, curiosamente, estos fotógrafos con experiencia demostrable, no pasarán a la historia de la fotografía, a pesar de trabajar tanto.
Y es que no es fácil esta especialidad, hay que tener en cuenta muchas variables. El retrato es una comunión entre dos o más personas, una unión instantánea, un relámpago de milésimas de segundo, cuyo resultado es la plasmación de un rostro (de una personalidad si es suficientemente bueno) para los siglos venideros. Parece exagerado, pero todos disfrutamos cuando vemos las fotos de los bisabuelos de principios de siglo. Y con solo ver esas fotos antiguas podemos adivinar la personalidad de todos los que aparecen en ese pedazo de papel.
El retrato es una comunión entre dos o más personas, una unión instantánea, un relámpago de milésimas de segundo, cuyo resultado es la plasmación de un rostro
Los grandes retratistas, desde Nadar hasta Jordi Socias, explican o dejan ver cómo trabajan para conseguir sus obras. Algunos hasta dicen qué cámara utilizan, pero todavía no se sabe de nadie que siguiendo esas premisas consigan resultados similares. La mayor parte de las veces es un don, eso sí, muy bien complementado con toneladas de trabajo. Nosotros no vamos a aspirar a tanto, puesto que hacemos fotos para disfrutar, pero no nos vendrá nada mal tener a mano los consejos de los grandes. Y si además las musas nos visitan a la hora de disparar, podemos conseguir grandes cosas.
¿Qué es un retrato?
Un retrato es la descripción de la figura, o carácter, a través de las cualidades físicas o morales de una persona. Es importante que conozcamos a la persona que queremos fotografiar o, en su defecto, saber desde el momento que sabemos que vamos a disparar qué es lo que queremos que refleje esa persona en nuestra fotografía.
Un retrato es la descripción de la figura, o carácter, a través de las cualidades físicas o morales de una persona.
Queda también claro que la comunicación con el modelo es fundamental, aunque algunos tienen el don de descubrir cómo es una persona con sólo mirarla a través del objetivo, sin cruzar una sola palabra con ella. Y el mejor ejemplo es Richard Avedon, que muchas veces no dirigía una palabra al retratado y clavaba su personalidad.
¿Quién es el responsable del retrato?
En un retrato son responsables las dos partes implicadas, si uno no quiere colaborar no hay nada que hacer en esa jornada. Recordemos cuando queremos hacer la foto a un niño que siempre se tapa, o pone caras extrañas, o simplemente se va corriendo.
Hay que dar sensación de seguridad al modelo, que note que sabemos lo que queremos hacer. Nosotros, como fotógrafos, somos los únicos que vamos a tener el privilegio de revelar el espíritu (como creen muchas civilizaciones) del retratado, y éste tiene que tener toda tu confianza.
Que aunque diga que le vamos a sacar feo, que no sale favorecido, tenga la seguridad interior de que todo va terminar bien, y que va a poder enseñar el retrato a todos sus allegados.
Porque el gran problema de esta especialidad es que muy pocas veces los modelos se reconocen en la pantalla o el papel, pues casi siempre tiene otra percepción de si mismo. Todos nos ponemos nerviosos ante la cámara, o no sabemos movernos con naturalidad. El fotógrafo tiene que tener un poco de psicología, saber dirigir al otro, y viceversa.
¿Es importante el equipo fotográfico?
Un tercer aspecto importante es olvidarse del equipo. O mejor dicho, olvidarse de tener los equipos más sofisticados y modernos con la mayor cantidad de luces posible, porque sólo con ellos podremos hacer mejores trabajos.
Cuantas menos cosas tengan alrededor, más cómodos se sentirán ambos protagonistas. La sencillez ante todo. Muchas veces basta con un objetivo y la luz del sol, o en su defecto, un foco que lo imite.
Hay que estar con los cinco sentidos pendientes del modelo, no de cambiar objetivos o cambiar de posición las luces. Eso sí, si tienes un estudio lleno de ayudantes y te llamas Annie Leibovitz, pide doble de todo y una horda de retocadores… qué buena era cuando empezó, todo sencillez.
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