Aitana Sánchez Gijón

El fin de la fotogenia

La fotogenia es una cualidad que tienen unos pocos, como por ejemplo Aitana Sánchez Gijón, que en cualquier momento o situación están estupendos, como podemos ver en la fotografía que ilustra este artículo. Daremos consejos a los fotógrafos que se encuentren con personas a los que la cámara no les quiere.

Soy un hombre de 36 años, nacido en Madrid. Mido 1,81 m y debo pesar unos 89 kg. Estoy lejos de mi mejor forma (quien pillara los 25 de nuevo), pero se puede decir que soy normal, o bien parecido, dependiendo de los ojos que me miren. Parece que estoy en una página de solteros, pero no. Tengo un problema bien grave. Carezco de fotogenia (o cualidad de fotogénico). Y he sufrido en mis carnes los rigores de mi propia profesión.

El otro día vi unas fotografías. En ellas había una cosa parecida a un orco enfermo en horas bajas después de un banquete carnívoro y grasiento, con la boca abierta, los ojos rojos, la expresión perdida. Un ser deforme, para no alargarme. Alguien horrible que debió sufrir algún mal en su, sin duda, dura infancia.

En ellas había una cosa parecida a un orco enfermo en horas bajas después de un banquete carnívoro y grasiento, con la boca abierta, los ojos rojos, la expresión perdida.

Pobre ser, recuerdo que pensé. Lo que más me intrigaba es que era terriblemente familiar, nunca mejor dicho. La casa en la que estaba el monstruo era muy parecida a la mía, y encima vestía una camiseta idéntica a una que tengo ahora en el armario… Con terror, descubrí que era yo mismo rodeado de mi familia.

Esta escena, que seguro que habéis sufrido todos los que no sois clavados a Brad Pitt o George Clooney, es moneda común para muchos a los que no nos gusta ponernos delante de la cámara.

Personalmente odio que me hagan fotos, y me pongo muy nervioso cuando veo que hacen a mi alrededor más disparos de los estrictamente necesarios. No me gusto en las fotos por mi falta de fotogenia.

Este artículo, aparte de liberar algo que se guardaba en mi interior -Confieso que no soy fotogénico- pretende ser una guía para aquellas personas armadas con una cámara que se encuentran con tipos a los que la cámara no les quiere:

  • Hay que entender que a mucha gente no le gusta que le hagan fotos por este motivo. Investiga antes de sacar la cámara si hay tipos de esta calaña a tu alrededor. Se les suele identificar porque utilizan expresiones tipo: A mi no me gusta que me hagan fotos, Por favor, no me hagas más fotos. O simplemente huyen.
  • Es normal que en reuniones sociales y familiares sea necesario hacer fotos. La idea, para llevarse bien con todo el mundo, es sacar una foto del grupo al principio y al final del evento. Esas imágenes valdrán su peso en oro y seguro que todos los implicados colaborarán procurando poner su mejor sonrisa y esforzándose por camuflar su falta de fotogenia. Muchas veces, un par de buenas fotos es mejor que cincuenta malas.
  • Si no queda más remedio que hacer muchas fotos a pesar de las dos apreciaciones anteriores, hay que procurar ser discretos y disparar sin ser visto, una de las facultades más importantes de los buenos fotógrafos sociales y de los que presumen de ser buenos anfitriones. Hay que convertirse en una sombra para lograr captar el mejor momento.
  • Una vez terminada la fiesta, y si tienes confianza con esas personas raras a los que no les gusta hacerse fotos, puedes enseñarles la serie que has hecho para demostrarles tu buen hacer y pasar por una especie de concurso en la que un juez decide cuál es la foto que más le gusta. Puedes quedar genial si se la envías para quitarle ese tonto complejo.
  • Si a pesar de todos los consejos anteriores tienes unas cuántas fotografías en tu poder en las que estas personas salen rematadamente mal, hay que tener cuidado con la edición, es decir, con la selección, preferiblemente en Lightroom o Bridge. De ninguna manera deberían salir a la luz. Si por algún motivo extraño decides enviarlas, procura que sólo lleguen a las personas que salen en las mismas, sobre todo si tienen el tipo de problema psicológico del que hemos hablado. Lo único que se consigue, en el caso remoto de que decidas pasar la fotografía a todo el mundo, es que esa persona no se recupere de su mal y se encierre aún más en su mundo oscuro sin flashes ni glamour.

¿Se os ocurre algún consejo más para estas situaciones? No dudéis en dejar vuestros comentarios para los que no podemos salir siempre bien como Aitana Sánchez Gijón.

2 comentarios sobre “El fin de la fotogenia”

  1. Pienso que el buen fotógrafo tiene que conseguir una imagen que favorezca a la persona y mirar bien la actitud y la relajación de la persona y sobre todo la naturalidad para ello es mejor que el fotografiado no se de cuenta. De esta manera se evita la cara de palo, llena de surcos y contraída

  2. Buenas…
    Eso es cierto, pero mucha gente que hace fotos no sabe conseguir las cosas que tú dices, y a pesar de todo sigue publicando las fotografías en las que los seres sin fotoogenia salimos mal. Además hay que saber respetar a la gente que no le gusta que le hagan fotos.

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