Ayer, en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid, se presentó el libro Memorándum Natura de María Antonia García de la Vega, un libro que aúna el amor que siente la autora por el paisaje en blanco y negro.
Maria Antonia García de la Vega todavía no es conocida, y sólo a algunos fotógrafos les puede sonar su nombre, por su papel en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid. Es una fotógrafa que hace el paisaje en blanco y negro como pocos.
La fotografía de paisaje en blanco y negro es difícil, y algunos pueden llegar a pensar que es un contrasentido, pues pierde toda referencia al color de la naturaleza, a los verdes de las plantas y al azul del cielo. Pero cuando esa información de color se transforma en la luminosidad de los grises, en el contraste acertado entre el blanco y el negro y todos los matices que llevan del uno al otro, entonces hablamos de un trabajo bien hecho, muy difícil de realizar.
El libro que se presentó ayer, Memorándum Natura, ante decenas de invitados que abarrotaban el acogedor espacio de la Sociedad en la calle Tres Peces, recrea esos paisajes de ensueño que no están en lugares escondidos u olvidados de la mano de los dioses. Muchos ya habíamos visto esta serie, que cada vez que la expone, ya sea en Entrefotos, o en la propia sede de la RSF, convoca más adeptos. Ayer estaba rodeada de gente como Enrique Sanz Ramirez, José María Díaz Maroto, Fernando Puche, Vicente López Tofiño, Paco Junquera y muchos de los clásicos de la Sociedad.

No pretende en absoluto imitar la épica de Sebastiao Salgado, sino que se fija en el aire clásico que se destila en la RSF, una asociación fotográfica que nació el 15 de diciembre de 1899, la más antigua de España. Parece, como dijeron en la presentación, seguidora de Ansel Adams, aunque creo que ella sólo busca el placer de perderse con su cámara por el bosque, rodeada de árboles y silencio, adornado con el clic del obturador. Disfrutar de la soledad compartida que buscamos muchos de los que vamos con la cámara al hombro. Y me parece más próxima a Michael Kenna.
Aunque creo que ella sólo busca el placer de perderse con su cámara por el bosque, rodeada de árboles y silencio, adornado con el clic del obturador.
Por eso busca los lugares mágicos de España envueltos en la luz mágica de la niebla o en el momento exacto en la que el sol enseña lo justo y necesario. Pero como sabéis eso no basta. El trabajo en el laboratorio, o mejor dicho, sentados frente al ordenador, es fundamental para recrear la atmósfera que quieres comunicar.

Y es aquí donde el trabajo de María Antonia se hace más patente. Sin grandes complicaciones, sin grandes artificios, esculpe la luz que ha captado su cámara hasta conseguir algunos de los blancos y negros más exquisitos que podemos ver. El libro, una pequeña joya editada por Mauricio D´ors e impreso en Brizzolis, que como dijo José María Díaz Maroto, es la mejor imprenta de Europa.
Y si encima nos enteramos de que ella misma imprime sus copias, entonces no queda más remedio que quitarnos el sombrero y esperar que su nombre empiece a ser conocido, algo que ella seguro que no está muy seguro de desearlo, pero sabemos que se lo merece.
El libro de María Antonia García de la Vega, Memorandum Natura, es una ocasión perfecta para disfrutar de un libro autoeditado, que dentro de poco será difícil de encontrar y que muchos disfrutaran cuando se sienten en su sillón favorito para perderse por las luces de los bosques. No dudéis en buscarlo en la propia Real Sociedad Fotográfica de Madrid.
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