Gracias a un alumno y amigo he tenido entre mis manos la primera edición del libro La España incógnita de Kurt Hielscher, un alemán que recorrió España entre 1913 y 1918. Tenía pocas referencias de él y ahora os lo presento para que todos lo conozcáis. Un buen fotógrafo tiene que conocer la historia de los que han mirado antes.
Cuando te gusta la historia de la fotografía te vuelves loco cuando descubres algo desconocido para ti y quieres contárselo al resto del mundo. Es lo que me está pasando con Kurt Hielscher, un fotógrafo alemán que se vio atrapado por culpa de la I Guerra Mundial en nuestro país y decidió recorrer nuestros pueblos con la mentalidad de un romántico.

España siempre fue el destino de los viajeros románticos que buscaban en nuestras tierras la esencia de las civilizaciones antiguas, el rastro del imperio romano, los íberos, el esplendor escondido de Al Andalus o los últimos resquicios de la llamada Reconquista.
Puede parecer mentira, pero España era para muchos viajantes una tierra mítica repleta de misterio a la altura de las tierras de Oriente, y muchos aventureros encaminaban sus pasos a los caminos polvorientos de Castilla, las duras montañas del norte o el misterio de las tierras del sur. Podemos rebuscar en las librerías la obra de Antoine de Brunel (1622-1696) que explica la decadencia de la época de Felipe IV; o La biblia en España de George Henry Borrow (Condado de Norfolk, Reino Unido, 1803-1881), uno de los mejores libros que se han publicado sobre el tema y de cuya traducción se encargó el mismo Manuel Azaña, presidente de la II República. Y no podemos olvidar la estupenda Viaje pintoresco e histórico de España de Alexandre de Laborde (Paris, 1773-1842) que en cuatro tomos describió España con más de 900 grabados que hoy podemos ver en multitud de sitios decorando las paredes de lugares vetustos. O como no mencionar la conocida obra de Richard Ford Manual para viajeros por España y lectores en casa, que pudimos ver hace un año en una exposición en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando…

Podría seguir hablando de esos libros, pero pronto los fotógrafos ocuparon el lugar de los escritores. De hecho la obra de Richard Ford se considera el último libro ilustrado antes de la fotografía. En el siglo XIX, como podemos leer en la monumental Historia de la fotografía en España de Publio López Mondéjar, se hicieron numerosos libros que ilustraban los monumentos, tipos y costumbres de España como los famosos Excursions daguerriennes (1840-1844) de Lerebours; Recuerdos y bellezas de España de Francisco Javier Parcerissa; o España (1842) de Luis Rigalt, José Puiggari, Antonio Roca y Ramón Alabern… pero los más famosos sin lugar a dudas fueron los libros de Ortiz Echagüe, España: Tipos y trajes y España: pueblos y paisajes.
Según confesó José Ortiz Echagüe, el trabajo del alemán fue una fuente de inspiración constante para fotografiar los pueblos y lugares que plasmó con su peculiar técnica. Y Ortiz Echagüe fue una fuente inagotable de documentación para mi querida Cristina García Rodero
Y así llegamos al libro que tengo entre manos, España incógnita de Kurt Hielscher. Según confesó José Ortiz Echagüe, el trabajo del alemán fue una fuente de inspiración constante para fotografiar los pueblos y lugares que plasmó con su peculiar técnica. Y Ortiz Echagüe fue una fuente inagotable de documentación para mi querida Cristina García Rodero, así que os podéis imaginar la ilusión que me hace conocer de primera mano el trabajo de Kurt Hielscher.
Kurt Hielscher en la España de los años 10
Por culpa de la Gran Guerra se vio obligado a quedarse en España desde 1914 hasta 1919 cuando sólo venía de viaje de estudios. Y decidió no quedarse encerrado entre cuatro paredes lamentándose de su suerte, sino que se lanzó a fotografiar como él mismo dijo:
Un gran museo al aire libre, único en su género, que guarda tesoros de arte de los más diversos pueblos y épocas: desde el célebre toro de la cueva de Altamira, pintado hace miles de años por el hombre de la época glacial, hasta las exóticas y fantásticas construcciones de la moderna arquitectura catalana, que tanto llaman la atención del que visita Barcelona.
El carácter romántico que se le ha impuesto es que decidió viajar más de 45000 kilómetros en soledad con su Ica con objetivo Zeiss como única compañera. Además decidió hacerlo por su propia cuenta, para satisfacer su sed de emociones artísticas, sin encargo alguno y sin ninguna idea profesional: un puro viajero de la época romántica.

Y algunos podían pensar que era rico. Al parecer no era así. Cuando el tren en el que volvía a Alemania fue detenido en el territorio neutral que era España, sólo tenía 32 marcos en el bolsillo. Llegó a trabajar de profesor en Madrid, pero al final se lanzó a una aventura en la que hizo más de dos mil fotografías que iba exponiendo en las ciudades en las que paraba y publicando en la revista La Esfera.
Terminada la guerra volvió a Alemania, y en 1922 publicó La España incógnita, donde muestra su visión limpia de un país al que admiró profundamente. Fue un éxito de ventas y público que enseguida se tradujo al español dedicado al rey Alfonso XIII. Los pies de foto en esta edición estaban en cinco idiomas: español, inglés, alemán, italiano y francés.
A lo largo del libro vamos descubriendo sitios que en muchos casos eran fotografiados por primera vez. Eran sitios vírgenes tan solo conocidos de oídas y donde nunca antes una cámara había detenido el tiempo. Seguramente estamos ante las primeras fotografías de pueblos como Castellfollit en Girona, Candelario en Salamanca, Mogarraz (Salamanca), Potes en Cantabria… Y numerosos paisajes como el desfiladero de la Hermida de los Picos de Europa, donde subió al chalet del Rey en los valles de Áliva para llegar al Naranjo de Bulnes recién ascendido en 1904, o uno de los lagos cercanos a Panticosa en los Pirineos, o los extintos paredones de hielo del Aneto… Por no olvidar los tipos populares de Aragón, Ávila, Salamanca, Toledo, Trujillo…

De las 2000 fotografías que aseguró hacer tan sólo publicó 304 en el libro con la técnica del huecograbado que consiste en grabar pequeños huecos en una plancha de metal que luego se rellenan de tinta. Luego se limpia el exceso de tinta y se pasa la plancha por un rodillo que deja impresa la información en el papel. Una auténtica joya de los tiempos pasados.
Realmente llama la atención la calidad técnica de las imágenes. Para un hombre que recorría el país por caminos polvorientos en carruajes, caballos y diligencias, cuesta imaginar que pudiera conservar y cuidar todo el material sensible y encontrara sitios para revelar con tanto cuidado los negativos. No es un fotógrafo vergonzoso. Era capaz de situar la cámara frente a las personas que le miraban con suma curiosidad, extrañados de ver alguien preocupado por hacerles una fotografía.
Si nos centramos en los paisajes no se limita a la imagen postalera, sino que es capaz de buscar a un guía que le lleve por las altas montañas hasta encontrar un punto de vista digno de ser registrado, con la luz justa.Tenía una visión especial.

Kurt Hielscher es muy poco conocido, pero le debemos el poder de recordar cómo era nuestra tierra en aquel entonces. Curiosamente gran parte de su obra original está en los archivos de la Hispanic Society of America. Allí deberíamos ir para conocer a fondo y recuperar la memoria de uno de los fotógrafos que mejor ha documentado nuestra historia.
El libro es difícil de encontrar ahora mismo, salvo que busquemos a fondo en internet. Según parece se hizo una nueva edición en 2007 en Granada, con la particularidad de ofrecer los mismos puntos de vista en la actualidad, pero está agotado. También hay que remarcar el trabajo de un bloguero que está recopilando en su página las fotografías de Kurt y documentando, con la ayuda de los lectores, cómo están hoy los monumentos que aparecen en las fotos originales.
Yo, el año pasado regalé el de España y el de Alemania, los encontré en Ebay muy baratos y en buen estado (el de Alemania en concreto estaba prácticamente nuevo). Personalmente me parece un fotógrafo fantástico y creo que debería ser más conocido ya que cada fotografía suya es para detenerse y disfrutar un buen rato. Gracias por esta entrada y enhorabuena por el blog.
Buenas…
Qué suerte haberlos encontrado baratos. Cuando vi el libro no me sonaba de nada. Pero una foto me hizo ir a la Historia de Publio López Mondejar porque allí recordaba haberla visto. Y efectivamente. Le dedica apenas un párrafo pero suficiente para empezar a buscar.
Muchas gracias por tu comentario y apoyo.