Henri Cartier-Bresson

Fotografiar del natural de Henri Cartier Bresson

Fotografiar del natural de Henri Cartier Bresson es otro de los libros que un fotógrafo debería tener en su biblioteca. Porque ser fotógrafo no consiste en tener la cámara más moderna, o ser un as en las redes sociales fotográficas. Ser fotógrafo es tener un criterio propio a partir del conocimiento que tengamos de los demás autores. Y leer a Cartier Bresson nos puede ayudar mucho.

Fotografiar del natural es una recopilación de los escritos del fotógrafo francés en los que expone algunas de sus teorías, sus pensamientos y sus historias personales.

El libro, publicado en español por la editorial Gustavo Gili, reúne en pequeño formato, ideal para llevar en el metro o en el autobús o para tenerlo en la cabecera, todo lo que bullía dentro de la insigne cabeza de Cartier Bresson, quizás el fotógrafo más conocido de la historia y al que todos los que empiezan se quieren parecer.

De hecho, su famosa máxima del instante decisivo es la idea fotográfica más estereotipada y difundida por aquellos que quieren aparentar saber algo de este mundo, los que yo llamo sabios de wikipedia. Es como el sólo se que no sé nada cuando quieren dárselas de filósofos experimentados, o Mozart compuso obras siendo un niño, cuando quieren demostrar su sabiduría musical.

El artículo que da nombre a esta idea fue la introducción de su famoso Images a la sauvette de 1952, y si nos detenemos a leerlo, descubriremos lo que quiere realmente decir. Esta es la magia del libro, que nos permite descubrir, de primera mano, los planteamientos del autor:

«De todos los medios de expresión, la fotografía es el único que fija el instante preciso. Jugamos con cosas que desaparecen y que, una vez desaparecidas, es imposible revivir. No se puede retocar el tema; como mucho se puede hacer una selección de imágenes para la presentación del reportaje. El escritor dispone de tiempo para reflexionar antes de que la palabra se forme, antes de plasmarla en el papel; puede enlazar varios elementos. Hay un periodo que el cerebro olvida, una fase de asentamiento. Para nosotros, lo que desaparece, desaparece para siempre jamás: de ahí nuestra angustia y también la originalidad esencial de nuestro oficio. No podemos rehacer nuestro trabajo una vez que hemos regresado al hotel. Nuestra tarea consiste en observar la realidad con la ayuda de ese cuaderno de croquis que es nuestra cámara»…

Esta y otras notables reflexiones las podemos encontrar a lo largo de este pequeño gran libro, que contiene la mayoría de los textos que fue publicando en sus libros fotográficos como Los europeos, Moscú o De una china a otra.
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El libro, tan bueno que lo podemos abrir en cualquier página y siempre descubriremos, o recordaremos, algo interesante, desgrana todas las ideas que fluían en la cabeza del fotógrafo pintor (se sabe que en un par de ocasiones abandonó su Leica por los pinceles, que eran su verdadera pasión). Como por ejemplo, sus reflexiones sobre la composición, y cómo chocan con una de las tendencias comerciales de la actualidad.
Como buen pintor acude constantemente a la geometría (es quizás uno de los fotógrafos más geométricos que podemos encontrar, y eso es una de las pegas que le ponen sus detractores) pero las líneas tienen que colocarse intuitivamente y el análisis esquemático sólo se puede dar después, en el momento de observar la copia en papel. Y sin embargo, hoy todas las cámaras tienen la posibilidad de sobreimpresionar en la pantalla LCD la regla de los tercios o la sección áurea para que salgan mejor nuestras imágenes…
Es uno de los libros de teoría fotográfica más sencillos y asequibles que podemos leer. Puede servirnos como el camino de entrada a los textos de Roland Barthes o John Berger. Ojalá hubiera más traducciones al español de los ensayos de los grandes, como los de Robert Adams o Robert Frank…

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