Lo que la pintura debe a la fotografía

De vuelta de las vacaciones de Navidad, donde te lo pasas bien si tienes niños en la familia, como es mi caso, pues no dejan recordar los tiempos idos, vuelvo a retomar la fotografía y este blog que apenas ha despegado con un tema que cada vez me llama más la atención, las relaciones entre la pintura y la fotografía.

Es un tema muy trillado, y la mayoría de las veces se ve como algo reiterativo y lleno de lugares comunes, pero creo que nunca se ha reconocido como se merece lo que ha supuesto la fotografía para los maestros del pincel desde que se presentó en 1839, e incluso antes, como veremos en este artículo.

El invento de la fotografía

Todo cambió cuando los pintores descubrieron el verdadero alcance que suponía el invento de Daguerre en 1839, y que no servía sólo para reproducir más rápido los jeroglíficos de los templos egipcios y para que los pintores mediocres tuvieran trabajo. Les sirvió para librarse del realismo y entrar de lleno en las vanguardias. El impresionismo, y todos los ismos posteriores no hubieran cambiado la historia del arte sin el daguerrotipo.

El primer cuadro impresionista, aquel denostado Impresión (1872), fue posible porque ya se podía hacer una imagen real de aquel momento, pero sin el color con el que ahora podía empezar a jugar la pintura olvidándose de las formas.

De hecho, los artistas que seguían apostando por el realismo en sus trabajos, como Sorolla, del que acabamos de disfrutar una estupenda exposición en la Fundación Mapfre, pudieron avanzar en sus composiciones gracias a las fotografías. El suegro de Joaquin Sorolla era Antonio García Peris, un reputado fotógrafo; además muchos de sus cuadros, con sus picados desde la ventana, o sus temáticas, imposibles de realizar sin haber mirado a través de un visor que descubría momentos nunca realizados con un pincel, precisamente por su instantaneidad. Los pintores podían huir de los posados, algo que sólo avanzó Goya, el más fotográfico de los pintores.

Antonio López y la familia real

Esta relación con la pintura esta hoy más presente que nunca después de la presentación del último cuadro de Antonio López, Retrato de la familia de Juan Carlos I, el de la familia real que continúa la senda marcada por Velázquez con Las merinas y Goya con La familia de Carlos IV.

Todo surge de la cámara de Chema Conesa, pues la base del cuadro son las fotografías que tomó según las indicaciones del pintor. Ya que los retratados no pueden posar veinte años seguidos, las fotografías estaban siempre presentes. No podemos olvidar que la fotografía es la única expresión artística en la que el autor tiene que estar inevitablemente presente. De hecho es la primera vez que Antonio López se basa exclusivamente en una fotografía para hacer su trabajo.

Según podemos ver en la excepcional El sol del membrillo de Victor Erice, Antonio López pinta sus cuadros siempre a la misma hora, con la misma luz, en la misma época, con tal de conseguir la perfección que busca. A muchos nos costaba entender por qué no acudía a la fotografía.

El conocimiento secreto de David Hockney

Pero la dependencia que tiene la pintura de la fotografía es mucho más antigua de lo que se piensa, al menos si creemos en la teoría del pintor británico David Hockney. En su libro (y documental) El conocimiento secreto afirma que los pintores, desde el siglo XV, se sirvieron de la cámara oscura para lograr sus obras inmortales.

Está documentado que Vermeer usaba la cámara oscura en sus cuadros. De hecho llama la atención los desenfoques que presentan sus primeros planos y el pequeño tamaño de sus obras. El porqué es sencillo si entendemos que era necesario una pequeña cámara oscura para lograr una buena nitidez y un diafragma muy abierto, luego una pequeña profundidad de campo, para tener la suficiente luminosidad para lograr una copia perfecta.

Pero Vermeer es del siglo XVII, y si nos fijamos en los cambios en las técnicas y representaciones pictóricas, el uso de la cámara oscura, parte fundamental de una cámara fotográfica, es moneda de uso común desde el s XV en los talleres de los pintores consagrados. Es imposible, según Hockney, hacer el Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa de Van Eyck sin la ayuda de la tecnología.

En fin, la fotografía liberó a la pintura y ayudó a mejorar a los pintores, que fueron capaces de mejorar la representación espacial, pasar de las tres dimensiones de la realidad a la bidimensionalidad del lienzo. Y cuando se consiguió fijar la imagen, los pintores pudieron avanzar en su expresión libres de las ataduras de la realidad.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.