La fotografía en las dictaduras

La fotografía no miente. Tiene el poder de convencer. Y esto es algo que los dictadores se saben de memoria. Lo único es que luego hay que comprobar si lo que se ve es cierto, y eso es algo que la fotografía en las dictaduras olvidan. Hoy vamos a hacer un repaso sobre cómo manipulaban algunos dictadores cuando se enfrentaban a una cámara.

La fotografía y los fascismos

El caso más claro del uso de la fotografía con fines propagandísticos fue bajo el régimen nazi. Aunque se encargaron de hundir y desprestigiar a uno de los más grandes, August Sander, fueron conscientes de que el mundo les temería si eran capaces de enseñar elocuentemente su poder.

Por eso contrataron a una de las más grandes, Leni Riefenstahl, una fotógrafa y cineasta que arrastraría durante toda su vida, hasta que murió con 101 años, la vergüenza de ser una de las personas que mejor imagen dio a una de las políticas más espantosas de todos los tiempos.

Con El triunfo de la voluntad y Olympia, el mundo se puso a temblar ante la magnitud del poder nazi. Dos películas, una sobre el congreso nacionalsocialista de Nuremberg en 1933 y otro sobre las Olimpiadas de 1936, junto con cientos de fotografías que seguían la misma e hipnotizante estética de planos imposibles que nunca se han superado, bastaron para marcar una época y enamorar a los miles de seguidores que creían en algo tan absurdo como la supremacía del hombre ario. Menos mal que en Olympia, Jesse Owens, demostró que estaban equivocados.

Si nos fijamos en los retratos de Hitler y todos los de su calaña, se adivina que exigieron que se les retratara como no eran, y sí como se veían. El ejemplo que siguieron fue la estética imperial que puso de moda Mussolini, a la manera de los emperadores romanos.

Es curioso que todos se hacían fotografiar desde un punto de vista bajo, para parecer más altos e importantes. Se conoce que estaban acomplejados por su altura o querían parecer algo que nunca serían salvo por el uso de la fuerza.

La fotografía y las dictaduras comunistas

Pocas veces sonreían ante la cámara, tenían que permanecer serios para dar más miedo. De vez en cuando aparecen sonriendo, como sucede en muchas fotografías del último dictador de Corea, Kim Jong-Un, o Stalin. Parece ser que quieren dar la idea de ser padres protectores aunque estén escondiendo el cuchillo detrás de la espalda.

Stalin
Stalin

Y hablando de Stalin, el dictador ruso. ¿Sabéis que fue uno de los que más abusó del Photoshop del pasado, las tintas y los trucajes de ampliadora? Es tremendo ver las fotografías de sus primeros tiempos llenas de gente y cómo, según iban cayendo en desgracia, iban desapareciendo hasta quedar él solo en la imagen.

Cada vez veía más enemigos a su alrededor y no bastaba sólo con matarlos o deportarlos. También había que hacerlos desaparecer de las fotografías, con trucajes propios de la era digital.

Estos trucajes  también los hicieron los primeros presidentes de los EEUU, como Abraham Lincoln, pero para tener mejor presencia ante el público que no le conocía. Y parece que si mataban a alguien no le eliminaban de las fotografías.

Los dictadores de América Latina

Los dictadores de América Latina no dejaban nada en el aire cuando se trataba de su imagen, para hacer creer al pueblo sus «buenas» intenciones:

Se utilizó a los grandes diarios como punta de lanza para campañas mediáticas que silenciaron, ocultaron y, al mismo tiempo, buscaron imponer una visión positiva de los gobiernos de facto mientras se intentaba instalar una visión de la historia previa de cada uno de los países que justificaba la represión que desencadenaron.

Estos medios no sólo fueron claves a la hora de instalar un nuevo discurso que justificara los golpes militares, sino que también habían sido clave en las campañas a favor de los respectivos golpes en los meses previos. Uno de los principales recursos que utilizaron para diseñar estas campañas fueron las fotografías de prensa que los diarios aportaron desde sus archivos.

Trabajar en el laboratorio fotográfico de un dictador debe ser uno de los trabajos más duros que se pueden tener, pues tienes que conseguir que siempre aparezca bien el jefe de turno. Y aparentar que es la buena persona y salvador de la patria que ellos consideran ser.

Una historia curiosa

Una historia curiosa sobre la manipulación de la imagen en una dictadura fue la famosa fotografía de Franco y Hitler en el encuentro de Hendaya. La imagen que todos conocemos es una burda manipulación.

Foto trucada
Foto trucada

El pobre fotógrafo que cubría el acto (por llamarlo de alguna manera) tuvo la mala suerte de disparar cuando el dictador español cerraba los ojos por culpa del fogonazo del flash. Seguramente no tuvo tiempo de hacer otra, porque esa fotografía fue la que se difundió por todo el mundo, pues a los pequeños hombres malos les hace ilusión verse con sus iguales.

Sin embargo, la fotografía que se distribuyó le mostraba con los ojos abiertos, bien pendiente de un momento histórico para él que significó poco para la historia. Y también le pusieron más adelantado para que pareciera más alto que Hitler.

La fotografía debería servir para registrar la verdad, no para mentir ni mucho menos para someter a una sociedad. El problema es que siempre habrá gente y gobiernos empeñados en manipular a través de la imagen.

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