La historia de la maleta mexicana todavía sorprende a quien la escucha. De repente apareció una maleta que contiene muchos de los negativos de la guerra civil española realizados por Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour. Lo curioso es que falta el más importante. Es una de las historias más increíbles del fotoperiodismo del siglo XX.
La cruenta guerra civil española fue pionera en muchos aspectos vergonzosos, como convertir a la población civil en objetivo militar; pero también fue la primera guerra que se documentó profusamente para evitar que los horrores de la lucha quedaran olvidados. Desgraciadamente, este hecho histórico, todavía hoy, tiene heridas abiertas, pues algo tan humano como abrir las fosas comunes para entregar a los familiares los restos de sus seres queridos, es harto difícil y cuenta con la desaprobación de muchos.
La maleta mexicana es la historia de un descubrimiento, quizás el más importante del siglo XXI en materia fotoperiodística. Robert Capa y Gerda Taro eran dos apasionados enamorados que tenían poco para comer. Dos semidesconocidos en París con ganas de trabajar pero sin dinero en los bolsillos. Juntos idearon a Robert Capa, un afamado fotógrafo americano que gustosamente ofrecía sus fotografías a los periódicos franceses. Gerda Taro, nombre que rememora al de la entonces muy popular Greta Garbo, se las arregló para cobrar el triple de la tarifa habitual a los periódicos con el pretexto del fotógrafo americano, y el invento fue un éxito.
El amor de Gerda Taro transformó la vida de Robert Capa. Ella aprendió de él el arte de la fotografía, y llegó a ser muy buena. Eran un binomio perfecto. Y en esta historia también entra David Seymour, el amigo inseparable de Capa. Aunque no se podía imaginar dos hombres más diferentes entre sí, un bon vivant mujeriego y un intelectual que tocaba el piano y hablaba tres idiomas.
Los tres partieron llenos de ideales a la guerra española, con ánimo de contribuir a la causa de los republicanos y hundir el avance del fascismo. No pudieron. Gerda Taro perdió la vida aplastada por un tanque amigo en el pueblo de Brunete, cerca de Madrid. Robert Capa murió en 1954 en Indochina, sustituyendo a un compañero y David Seymour cayó en 1956 en Egipto, tiroteado. Un triste final para los tres idealistas que no dudaron ni un instante en disparar sus cámaras contra la barbarie.
Los negativos, cuya autoría algunas veces no estaba del todo clara (se creía que muchas de las fotos famosas de entonces eran de Gerda Taro), fueron redescubiertos por el director mexicano Benjamín Tarver en 1995, que los heredó a la muerte de su tía, amiga del general mexicano Francisco Aguilar González, que fue quien tuvo a buen recaudo la valiosa maleta durante todos estos años. Desde que supo lo que tenía entre manos pasaron muchas cosas. Y sólo en 2008, cuando por fin se puso de acuerdo con Cornell Capa, el hermano del famoso fotógrafo y fundador de la ICP, la escuela de fotografía más famosa de Nueva York. Como veis, un auténtico culebrón. No están todos los reportajes que hicieron durante la guerra pero sí la mayoría de los más importantes.
El misterio de la maleta mexicana
Eso sí, faltan los negativos de Córdoba, los del cerro Muriano, que resolverían las dudas de una vez por todas sobre la autenticidad de la obra maestra del siglo XX, Muerte de un miliciano
Eso sí, faltan los negativos de Córdoba, los del cerro Muriano, que resolverían las dudas de una vez por todas sobre la autenticidad de la obra maestra del siglo XX, Muerte de un miliciano. Pero muchos dudábamos de que aparecieran, pues corría peligro de caer uno de los mitos de la fotografía: que dicha foto está preparada.
En la exposición itinerante que se montó con motivo del descubrimiento pudimos ver gran parte de este material, incluida la maleta, que no es otra cosa que tres cajas de cartón con 165 carretes enrollados (no sabemos si son los originales o una representación). Con misteriosos espacios vacios, donde antes debería haber un rollo de película.
Antes las cosas eran distintas. El propio fotógrafo revelaba los negativos en el cuarto oscuro. Sacaba copias en papel deprisa y corriendo y los negativos perdían su importancia una vez se había cobrado la foto. No había tiempo de guardarlos cuidadosamente. De hecho, están en un estado tan delicado que la única forma de positivarlos de nuevo fue fotografiándolos en vez de escanearlos, con una técnica muy similar a la que empleo cuando alguien me solicita dicho servicio.
Fue una exposición de fotografía, pero sobre todo fue una parte de tantas tristes historias de la guerra civil española. Hay, entre otras cosas, retratos desconocidos de Hemingway, García Lorca o Dolores Ibárruri «La Pasionaria», y de muchos anónimos que murieron o lucharon en la contienda.
Como complemento a la muestra sacaron el catálogo, de dos tomos, La maleta mexicana, de La Fábrica editorial y de la Fundación Pablo Iglesias a partir del original en inglés publicado por la ICP, el prestigioso centro de fotografía de Nueva York inaugurado por Cornell Capa, hermano del mítico fotógrafo. Una joya, pues además de numerosos ensayos, podemos ver los contactos de los rollos de película. Y esto os aseguro que no tiene precio.
De toda esta historia sacaron un documental con el mismo nombre, La maleta mexicana que profundiza en todas las historias que he contado por aquí. Uno de esos regalos que podemos pedir para estos días que llegan.
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