Cámara clásica. Kodak Brownie Hawk-eye No. 2

Encontrar una cámara clásica

Después de andar sin rumbo fijo por el Rastro de Madrid, uno de los mercadillos más famosos de España, encontré a muy buen precio una cámara clásica Kodak Brownie Hawk-eye No. 2, la primera cámara económica para los aficionados a la fotografía de finales del siglo XIX.

Hace varios domingos volví con mi gente al Rastro de Madrid, uno de los lugares que ha y que visitar cuando paras por la ciudad. Sólo quería ir a mirar y pasear, pero después de ver varias Kodak Brownie en los puestos de la calle, supe que terminaría comprándome una.

Quien conozca el mundo de los mercadillos, tanto europeos como americanos, sabrá que puedes encontrar de todo, sea cual sea su afición, desde el mundo de las latas metálicas hasta el de las cámaras fotográficas. Yo he procurado perderme siempre por la Ribera de Curtidores, sus estrechas calles y plazas escondidas como la de Vara del Rey en busca de joyas, como una cámara clásica o discos y películas.

Pero las cosas ya no son como eran en este rastro que poco a poco invaden los turistas armados con sus modernas cámaras para captar las riadas de gente que entran y salen de las tiendas y los bares, de los anticuarios y de la mejor tienda de fotografía de España, que no es otra que Fotocasión, un clásico desde que estaba en Carlos Arniches y competía de tú a tú con Fotoganga, tienda oscura y de dependientes bordes donde los haya.

Es difícil encontrar joyas escondidas, pero la casualidad puede hacerte distinguir ese pequeño objeto que reposa en el suelo al lado de viejas llaves y grifos oxidados. En mi caso pude ver una Kodak Brownie al lado de una maquinilla de afeitar de los setenta, con todas las cubiertas despegadas, pero con un buen aspecto general. Costaba 50€, pero conseguí bajar hasta los 25€ -el regateo es fundamental para sobrevivir en este mercadillo-. Me la hubiera llevado por 20€ pero el vendedor no estuvo por la labor. Así que me fui con una pequeña sensación de fracaso. No obstante, aquel día estas máquinas me perseguían y en unos puestos en el suelo de Carlos Arniches volví a ver otra, mucho más sencilla, pero mejor conservada, una Brownie Hawk-eye No. 2. El dueño empezó por 40€, bajé a 20, se mantuvo en los 30€, amenacé con irme, me ofreció 20 y como sólo llevaba 15€ es lo que pagué. Y todos tan amigos y contentos. Una compra redonda para mi colección, que por primera vez tiene un modelo que rememora de manera clara los orígenes de la fotografía comercial, cuando en 1888 se comercializó la primera Kodak Brownie, la de

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Kodak Brownie Hawk-eye No. 2

Este es el modelo que ya tengo entre mis manos. Después de buscar de investigar el cuerpo de la cámara, que no es otra cosa que una caja rectangular pura y dura de 11x14x8 cm recubierta de cuero sintético, descubrí en el avance de la película que ponía Use 620 Kodak Film.

Cámara clásica. Kodak Brownie Hawk-eye No. 2
Kodak Brownie Hawk-eye No. 2

Eso quiere decir que es una de las pocas que utiliza esta rara película de formato medio que da unos hermosos negativos de 6×9. Con acudir a algunas de las múltiples páginas que podemos encontrar por internet pude descubrir que estaba ante el modelo que os cuento, que se produjo en Gran Bretaña en 1913. Es tan barata porque su cuerpo es de cartón y está recubierto de cuero sintético.

No puede ser más espartana y más pura, ni más funcional. Sirve para hacer fotos con buen tiempo, con una rudimentaria lente de menisco, con una cara cóncava y otra convexa y un obturador con una única velocidad 1/25. La luminosidad es una incógnita, pero debe estar cerca de un f8.

Tiene un visor sencillo de estómago que sirve para adivinar lo que hay delante más que nada, dada su escasa brillantez y cobertura. Queda claro que no era un cámara profesional, sino que su público potencial eran los niños, que estaban encantados con un juguete que tenía el nombre de unos personajes famosos en la época, The Brownies, unos dibujos ideados por el canadiense Palmer Cox.

No es una cámara clásica con pretensiones, pero simboliza el comienzo de todo, de la pasión desbordada por la fotografía, de la fotografía de aficionados que cargan la cámara los fines de semana o en las fiestas familiares. Por el precio que tiene, no puede faltar en ninguna colección. Siempre será un hermoso objeto. Ya tenéis otra idea que regalar para un enamorado de la fotografía estas navidades

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