Cada mes salta a la palestra el retoque excesivo en alguna campaña o en una foto de prensa. Y la culpa dicen que es el Photoshop, ese programa que hace de todo sin esfuerzo.
La verdad que es un tema que ya empieza a cansarme en exceso. Nueva polémica y enseguida han sonado las alarmas y se ha criticado el exceso de retoque con un programa que, vuelvo a insistir, sólo depende de quién lo maneje.
La fotografía es mentira. Poco o nada tiene que ver con la realidad. Y en cierta manera sigue el rumbo de la historia de la historia del arte. ¿O realmente creéis que los cuadros de los grandes maestros eran realistas cuando retrataban a la nobleza?
Siempre salían idealizados. Felipe IV, Carlos IV o la duquesa de Chinchón sólo eran meros reflejos de los que aparecen en los cuadros que podemos ver en el museo del Prado. Seguro que tenían alguna verruga o les faltaban los dientes o a lo mejor estaban llenos de arrugas… o simplemente estaban mayores, algo que no es malo, o no debería serlo.
El problema es que hay fotografías que nadie se las cree. Hay muchas formas de hacer las cosas. Pero nadie se puede creer, por ejemplo, que un señor que está convaleciente de una complicada operación y que estaba pasando por su annus horribilis, tenga la piel de un señor de cuarenta o cincuenta años, cuando se sabe que va a cumplir los 75. Y que, entre otras cosas, los humanos tenemos poros en la piel…
¿La culpa es de Photoshop?
Los retoques con Photoshop no son sencillos. Y aunque mucha gente crea que es capaz de hacerlos, sólo con mucha experiencia y con conocimientos que en principio parecen ajenos al programa, como anatomía, dibujo y hasta la física de la luz, se pueden hacer buenos retoques.
Siempre que salen a relucir estos temas me vienen a la cabeza algunos de mis maestros, como Natalia Taffarel o Jorge Salgado, que se pueden pasar muchas horas delante de la pantalla, y no unos minutos, para corregir cualquier problema de piel o de iluminación.
Cuando termine el año saldrán todas las listas habidas y por haber, y no faltará la ya clásica de las pifias con Photoshop. Este programa no hace milagros en minutos, y tampoco tiene las famosas herramientas de las que hablan los periodistas con prisas, como Retoque facial instantáneo, Quitar arrugas en un santiamén y Parecer más delgado sin hacer dieta en un segundo.
A la hora de hacer un buen trabajo con Photoshop, el retocador (debería ser fotógrafo o al menos gustarle sacar la cámara algún que otro fin de semana, aparte de ser un depredador de imágenes) tiene que tener un conocimiento sólido del programa, no por haber leído de pe a pa el último manual de Evening (que por otro lado debe ser su libro de cabecera junto a otros muchos), sino por haberse pasado horas practicando con buenas fotografías.
La teoría es fácil, relativamente, pero lo verdaderamente complicado es conseguir buenos resultados con las técnicas aprendidas. Y siento ser un pesado, pero sólo se consigue con tiempo. No hay atajos.
Muy pocas veces hay que usar el Tampón de clonar para corregir las imperfecciones en la piel. Nunca deberíamos usar los filtros de desenfoque para evitar las arrugas en la piel. Y algo que ya he dicho pero que conviene recordar una y otra vez cuando nos dedicamos a estas historias: la piel tiene poros, tiene diferentes texturas y contornos, por eso hay que huir como alma lleva el diablo del efecto piel de cera, que en la realidad sólo existe cuando alguien se ha pasado con el maquillaje.
Adobe Photoshop, y cualquier otro programa parecido, es una herramienta muy potente y en manos equivocadas o forzadas es un auténtico problema, pues puede confundir el sentido de las fotografías o directamente destrozarla. No vale sólo con hacer un curso de 8 horas, sino practicar 800 horas con él. Espero que este sea uno de los muchos propósitos del nuevo curso lectivo.
Un comentario sobre “Quítame eso o el retoque excesivo”