Ser fotógrafo profesional no significa sólo hacer buenas fotos, que también, sino cobrar y pagar por hacerlas. Un fotógrafo profesional es simplemente aquel que intenta vivir de la fotografía. Es decir, aquel que paga las facturas con lo que produce con su cámara. Y para los que se quieran lanzar, tengo que decir que es muy caro. Pero que te sientes fenomenal cuando recibes el pago por tu trabajo.
Llevo muchos años como fotógrafo autónomo (freelance). Cuando vi que tenía la posibilidad de ganar dinero mes a mes decidí lanzarme a la piscina, ir a una oficina y empezar con el papeleo. Es algo que siempre se me ha dado muy mal, pero con la ayuda de una asesoría toda la burocracia empezó a ser más fácil, pero también más caro. Ahora pago mis impuestos, cotizo a la Seguridad Social y estoy intentando ahorrar para el futuro (jajaja).
Además, tengo que intentar ir pagando otros caprichos como una casa, poder comer todos los días, tener agua caliente y calefacción, teléfono… Vamos, que tengo una serie de gastos mensuales fijos que hay que pagarlos o empiezan los problemas.
No voy a contar todos los gastos que puedo llegar a tener, pero para los que se quieren introducir de lleno en este apasionante mundo voy a contar dos o tres cosas para que veáis lo que cuesta ser fotógrafo profesional.
Y que no se me olvide: aunque muchos piensen lo contrario, el mundo digital no ha transformado el mundo de la fotografía en algo más barato, por aquello de que ya no tenemos que pagar los carretes. Ahora es incluso más caro.
Primer paso para ser fotógrafo profesional
Cuando era más joven viajaba en sucios trenes que iban hacia el norte… Perdón por la cita. Cuando por fin decidí hacerme profesional tenía un equipo bastante decente a fuerza de ahorrar. Pero era clásico, una antigua Canon que me había comprado con ayuda de la familia. Tiré con él bastantes años, pero en las ruedas de prensa me miraban raro por ir con una cámara de enfoque manual. Así que después de practicar la hiperfocal a todas horas, decidí apostar por algo más moderno.

Con los primeros ingresos, empecé a hacer cuentas. A plazos y con esfuerzo, me llegaba para una EOS 1 con el 28-70 (el antiguo) y el 70-200. Pero de segunda mano. No recuerdo ya el precio, pero andaba cerca de las 300.000 ptas (166,386 pesetas equivalen a 1 euro, que, a su vez, a día de hoy, son 1,35 dólares).
Me dio muchas satisfacciones, pero no fui un visionario. A los dos años, el fotógrafo que no tenía una digital no conseguía trabajo. Las revistas habían probado ya la inmediatez y no querían otra cosa. Total, que, deprisa y corriendo, me compré la primera réflex digital de precio medio, pero tuve que aprovechar los objetivos.
El secreto para comprarse una cámara digital es valorar cuánto tardarás en recuperar el dinero que te ha costado. Si tardas más de un año, cómprate una más barata.
La cámara clásica estuve a punto de amortizarla (el secreto para comprarse una cámara digital es valorar cuánto tardarás en recuperar el dinero que te ha costado. Si tardas más de un año, cómprate una más barata. Con lo que avanza la tecnología no tiene sentido amortizarla en más tiempo). La nueva me duró dos o tres años. Era lenta, y tenía poca resolución, pero saqué petróleo de ella. Lo que me lleva al segundo caso.
Segundo paso
Intento comprarme la mejor cámara posible para amortizarla en un año y que me dure por lo menos cuatro. Pero el tema es que el fotógrafo digital tiene que hacer frente a otros gastos que a muchos se les olvida: el ordenador.
A muchos se les olvida que ese aparato que muchos utilizan para pedir vidas del Candy Crash y para las redes sociales es una herramienta de trabajo fundamental para los fotógrafos. Y no vale cualquiera. Pero no está sólo el hardware (siempre hay que incluir una pantalla adecuada para estos menesteres, y no son baratas). También está el software, que no queda más remedio que comprar y olvidarse de eso que hacen algunos que llaman pirateo.
Si quieres ofrecer un resultado profesional, no puedes confiar en algo que te puede fallar a la mínima actualización. Y por experiencia, no vale con un único programa. Por poner un ejemplo, ahora mismo estoy trabajando también con el Capture One porque su gestión del color es infinitamente mejor que la de cualquier programa de Adobe.
Todo esto hay que pagarlo y actualizarlo, con el fin de ofrecer lo mejor a tus clientes. Y que no se nos olvide pagar cursos a otros profesionales para aprender a manejarlos, o ir a una escuela. Igual a muchos les sirve con todas las posibilidades que ofrece internet, pero escuchar a un buen profesor y que te responda todas las preguntas en el momento tiene un precio.
Tercer caso
Mucha gente que quiere empezar en este mundo se hace la eterna pregunta: ¿Cuánto hay que cobrar? Pues no es fácil la respuesta en absoluto. Los tiempos ahora han cambiado mucho y los precios que se pagaban antes no volverán.
Tienes que tener en cuenta muchas cosas, desde las horas que quieres trabajar hasta los días que piensas que puedes estar enfermo. Pagar autónomos, impuestos, coche, teléfono, comida, casa… El tema es que si lo calculas todo te puedes agobiar y pensar que es imposible, pero somos muchos intentando hacerlo, por lo que no debes desesperar.
Tienes que tener en cuenta muchas cosas, desde las horas que quieres trabajar hasta los días que piensas que puedes estar enfermo.
Pero recuerda que tienes que tener en cuenta los imprevistos, que nuestros aparatos se pueden romper o quedar obsoletos en poco tiempo. Y que no se puede cobrar lo mismo a una empresa que a un particular o una ONG.
Nadie dice que ser fotógrafo sea fácil, y que mucha gente piensa que es apretar un botón y listo. Por todas estas cosas hay que procurar no pedir a un fotógrafo un precio más económico o que qué le cuesta regalar una foto.
Ser fotógrafo en España es muy caro, como pasa con cualquier profesión autónoma. Hoy en día hay que tocar muchos palos y encontrar tu nicho. Y desde luego hacer siempre tu trabajo lo más perfecto que puedas.
No me gusta decir cuánto hay que cobrar, pues depende de muchas cosas, pero para haceros una idea sólo tenéis que sumar todos los gastos fijos mensuales. Vuestro objetivo será poder pagarlos sin ayuda de nadie. Y a partir de ahí entenderéis a los autónomos.
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