Dentro del mes de la fotografía en Madrid, la Fundación Mapfre ha inaugurado hoy la exposición de Hiroshi Sugimoto, fotógrafo japonés acusado de conceptualista con una obra que no necesita explicación ni frases pomposas que adornen su magna obra fotográfica.
Hiroshi Sugimoto (Tokio 1948) es un artista multidisciplinar. Un artesano capaz de crear con sus manos y pensamiento obras únicas no sólo en el campo de la fotografía, sino en muchas de las Bellas Artes, como la arquitectura, el teatro, la escultura… muchos en Madrid todavía recuerdan la obra de marionetas del siglo XVIII que presentó en el teatro Español, Los amantes suicidas de Sonezaki.
Como él mismo ha dicho en la rueda de prensa en la sede de la Fundación Mapfre, la fotografía sólo ocupa un tercio de su tiempo. Y aunque está reconocido como uno de los grandes intelectuales japoneses, es capaz de reirse de sí mismo todo el tiempo, y encima ser consciente de la suerte que tiene de poder vivir de sus pasiones con bastante éxito.
La fotografía de Hiroshi Sugimoto
Conocía pocos trabajos de él, algunas de las series y ninguno de sus escritos y pensamientos. Por eso, antes de acercarme a la rueda de prensa, estaba temblando cuando leía en ciertas páginas que era un fotógrafo conceptualista. Personalmente tengo bastante miedo a esta adjetivación de mi querida fotografía. Casi más que a fotógrafo pictorialista, que ya es decir.
No ha dicho, por ejemplo, que su maestro fue ni más ni menos que Ansel Adams. Que prepara él mismo sus químicos para conseguir exactamente lo que quiere. No ha querido ser el protagonista. Tan sólo estaba feliz porque iba a exponer en una ciudad donde coinciden las retrospectivas de Caravaggio y El Bosco.
En nombre del conceptualismo, del concepto, se han hecho y dicho muchas cosas vacías simulando profundidad de pensamiento. Por poner sólo un ejemplo de una de las exposiciones de este año de PhotoEspaña:
Con la llegada de la modernidad, arte y ciencia se situaron en extremos opuestos de una escisión epistemológica: el arte «inventaba» mientras que la ciencia «descubría». Una polaridad que esta exposición elimina, cuestionando las nociones aparentemente excluyentes de subjetividad y objetividad, ficción y realidad, cultura y naturaleza, atribuidas tradicionalmente a la díada arte-ciencia.
Sin embargo Sugimoto tiene fotografías que hablan por sí solas, que no necesitan frases vacías para que los espectadores pierdan el tiempo pensando qué han querido decir. En las cinco series que podemos contemplar en la sala Recoletos de la Fundación Mapfre el concepto sobre el que gira cada una de las fotos tiene un sentido. Lo puede entender hasta un niño que se puede llegar a plantear lo que ve. Si es verdad o mentira. Nada más, y nada menos.
Presentación de la exposición
A lo largo de las salas tenuamente iluminadas disfrutaremos de cinco series Theaters, Lightning fields, Dioramas, Portraits, Seascapes.
Todas de gran formato, en un primoroso blanco y negro, tomadas con una cámara de placas de 8×10. Palabras mayores en lo que respecta a la calidad tonal y el detalle que podemos llegar a ver. Y no son digitales. Todo lo que vemos es de la antigua escuela. Incluso él ha presumido de ser el último dinosaurio de la plata, con cierta ironía y desde luego sin tomarse en serio. Para él, a esos tamaños todavía se ve el píxel.
Las cinco series cuestionan continuamente la realidad y la percepción del tiempo. ¿es verdad lo que vemos? ¿Cómo veían los hombres primitivos? La cámara es para él un aparato dotado de la particular capacidad de represnetar el sentido del tiempo.
Así, en Theaters, contemplamos salas de cine donde se proyecta una película. La exposición dura exactamente lo que dura la película y siempre contemplamos un rectángulo blanco.
Bajo el nombre Lightning fields, vemos los efectos de las descargas eléctricas en los negativos. Parecen ríos, reflejos en la noche y finalmente relámpagos.
Dioramas es una de sus series más conocidas. Lo que vemos no es verdad. No es la naturaleza. Realmente son dioramas del museo de Historia Natural de Nueva York. Otra vez nos hace dudar de lo que vemos.
Portraits son retratos de personalidades históricas. Pero con una particularidad. Realmente son estatuas de cera. Retratos reales imposibles gracias a la fotografía. Destacan las fotografías dedicadas al rey Enrique VIII y sus mujeres.
Y para terminar Seascapes donde nos invita a contemplar el mar tal como lo hubierna visto los primeros hombres que poblaron la tierra. De día y de noche, con una sencillez indescriptible. Curiosamente es la serie que mejor vende, como dice él mismo en el exquisito catálogo al que nos tienen malacostumbrados la Fundación Mapfre.
Conclusión
Hiroshi Sugimoto es una de las grandes figuras de la fotografía, que trabaj continuamente en sus series que nunca da por terminadas, al menos las que podemos ver estos días (hasta el 25 de septiembre) en la sala Recoletos de la Fundación MAPFRE.
Por fin un artista conceptualista que no juega a sentirse importante por hacer fotos a una patata y decir que el mundo es una simbiosis vegetal imbuida por el espíritu rompedor de la fatalidad existencial de Schopenhauer. Sugimoto es un fotógrafo de verdad.
No dejeis de verla. Madrid este verano será de nuevo centro de la fotografía, y no sólo por PhotoEspaña.