Fotografía de paisaje

La exposición en la fotografía de paisaje

Desde que en 1839 François Arago la presentó al mundo, uno de los temas estrella fue la fotografía de paisaje (el otro fue el retrato). El nuevo invento permitió que la gente fuera capaz de ver con sus propios ojos los territorios que sólo podía imaginar al leer las descripciones de los que allí habían estado, o al contemplar las subjetivas pinturas de los artistas.

Basta con ver los primeros grabados de la época romántica de la Alhambra y compararlas con las primeras fotografías del monumento granadino.

Fotografía de paisaje
Grabado granadino

En los albores de la imagen fotográfica, la idea era plasmar el paisaje tal como era, pero pronto salió el espíritu aventurero de los fotógrafos e iniciaron largas caminatas con pesadísimas cámaras, y todo el laboratorio a cuestas, con la ayuda de caballos, mulas y carros, para buscar los puntos de vista más espectaculares de cualquier paisaje.

Y esta idea de esfuerzo es la primera y más importante regla de la buena fotografía de paisaje. Desde luego que no hace falta, hoy en día, cargar con pesadísimos equipos, pero sí que es necesario salir con la idea de hacer algo original, de no limitarse a sacar la foto donde dicen los carteles, en los miradores de las carreteras, puestos ahí muchas veces porque era el único sitio posible donde se podía construir.

Es cierto que muchas veces no tenemos tiempo, ni ganas, para estar esperando a que la luz alcance su máximo esplendor, pero podemos servirnos de unas cuantas técnicas que nos permitirán conseguir unas buenas fotos en aquellas situaciones en las que todos los manuales al uso sólo dicen una cosa: huye de ellas.

Acertar con la exposición

Todas las cámaras tienen un fotómetro incorporado, que aunque muchos digan que sí, no es en absoluto inteligente, y se confunde continuamente. Para evitarlo, estamos nosotros para llevarle por el buen camino.

Así, nosotros somos los culpables cuando las fotos salen mal, con los cielos quemados o las tierras negras. La cámara no se equivoca.

Fotografía de paisaje

La correcta combinación de diafragma y velocidad de obturación consigue una representación rica en matices de una situación normal o irrelevante.

De hecho, lo que hay que hacer es jugar con estas combinaciones hasta alcanzar el resultado deseado, y recordar siempre la ley de la reciprocidad. A partir de una combinación de diafragma y obturación, se pueden generar otras combinaciones con resultados idénticos, pero que den más o menos profundidad de campo.

Cuando en la imagen hay muchas zonas oscuras rodeadas de otras claras, el fotómetro prioriza el exceso de oscuridad y sobrexpone el elemento claro, lo mismo ocurre en el caso contrario.

Una solución es medir de manera puntual, o realizar tres o cinco disparos con diferentes diafragmas y elegir posteriormente cuál es el mejor. Hoy en día, gracias a la tecnología digital, el histograma nos puede sacar de muchos apuros.

Problemas de la fotografía de paisaje

Si no sabemos estas cosas, el fotómetro podría gastarnos bromas pesadas que nos afectarían en el momento del revelado.

La influencia del cielo es decisiva en la medición de la luz. Un par de horas después de la salida del sol en un día despejado, si enfocamos hacia el oeste, el fotómetro indicará los mismos parámetros para el cielo que para el suelo; pero basta con girar la cámara hacia el este, por donde sale el sol, para que la diferencia de iluminación entre el cielo y el suelo se acentúe.

Fotografía de paisaje

Tenemos que tener siempre en cuenta, o visualizar como decía Ansel Adams, la imagen final, y decidir qué es lo que más nos importa, si un cielo perfecto, o la tierra llena de detalles.

Muchas veces esta decisión nos puede llevar a decidir que tenemos que eliminar el cielo o dejar una parte testimonial de la tierra. O invertir bastante dinero en unos buenos filtros degradados y hacer lo que hace todo el mundo.

Las luces del paisaje

El tipo de luz influye bastante sobre cómo enfrentarse al tema de la exposición. La dura luz del mediodía soleado y veraniego, que genera sombras muy duras exige exponer siempre para las luces, y dejar las sombras en el negro más absoluto.

La luz del amanecer y la del atardecer son muy agradecidas, ya que tiene una paleta de colores mucho más extensa que la luz del mediodía. En estos casos la medición es muy sencilla, y podemos sacar detalle tanto en las sombras como en las luces.

Pero hay que recordar, como hemos señalado más arriba, que si queremos sacar cielo y tierra, no nos queda más remedio que elegir uno de los dos, o servirnos de las técnicas de edición.

Fotografía de paisaje

Durante un día nublado, predominan los matices azulados, pero escasean los contrastes extremos, por lo que sacar la cámara y hacer fotos se convierte en un placer, y para la fotografía de paisaje es una panacea, la solución a todos sus males.

Con mal tiempo, y pese a la opinión de la mayoría de los fotógrafos aficionados, es cuando mejor salen los paisajes. Las nubes, la niebla, el sol que busca infiltrarse… todas estas situaciones facilitan la medición de la luz, pues siempre quedará bien.

Con menos luz, el aspecto de las cosas, el paisaje que es lo que tenemos ahora entre manos, siempre quedará mejor.

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