Hacer fotografías es algo fascinante. Cuando tú decides, aprietas el disparador. Entonces el obturador se abre durante un tiempo determinado, y el diafragma de la cámara se cierra justo lo que tú has decidido. Toda la luz de la escena llega hasta el sensor y, de pronto, podemos ver la imagen fija en la pantalla de la cámara. Algunas veces hasta te olvidas de los problemas de ser fotógrafo profesional.