sesión de fotos

Cómo hacer una sesión de fotos

Vamos a ver los pasos que tenemos que dar para llevar a fin una sesión de fotos para una revista, una multinacional o una compañía de discos. Es un trabajo apasionante, pero en absoluto sencillo. Seguro que muchos profesionales seguirán otros caminos, pero en esencia, aquí está todo lo que tenemos que hacer.

Cuando puedes participar en una sesión de fotos, te das cuenta de la importancia que tiene la imagen y todo lo que hay que preparar para que ese disparo llegue a una revista o a la portada de un disco.

Da igual si eres el fotógrafo, el ayudante, la maquilladora o el dueño del coche en el que está sentado el protagonista. Todos son importantes, y el que no lo comprenda jamás podrá hacer una buena fotografía.

Hacia tiempo que no participaba en grandes producciones, y las últimas, una de ellas con Yasmina Barbero me han hecho recordar todo lo que se mueve para conseguir que el disparo final sea bueno.

 

Algunos no se pueden imaginar el esfuerzo y las horas que lleva esa foto que vemos en una revista o en la portada de un disco. Son tan importantes todas las fases y todas las personas implicadas que el fallo de una de ellas puede suponer que la sesión no se pueda realizar, como me ha llegado a pasar personalmente.

Primer contacto para una sesión de fotos

Si no te conocen, no te llaman. Así de sencillo. Si haces fotos, pero las escondes o no las enseñas en tu página, nadie te va a llamar. Es importante también conocer gente, pero no tanto como se piensan algunos, que creen que da igual que seas bueno o malo, que lo importante son los contactos.

Para que quede claro, si tienes contactos puedes conseguir más trabajos, y más fácilmente. Pero en este mundo, si eres malo y no consigues una buena fotografía, no te vuelven a llamar, y cada vez se te cierran más puertas. Así que hay que trabajar más y dejar las fiestas para más tarde.

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Una vez han contactado contigo, hay que ofrecer una buena idea, o evolucionar la que ellos tienen en mente. No hay lugar para los titubeos ni las dudas. El proyecto que presentes tiene que llamar la atención. Y algo muy importante, al menos para el que escribe estas líneas. Hay que conocer al modelo, ya sea cantante, actriz o político antes del día de las fotos. Así sabes realmente con quién te las tienes que ver.

Preparación de la sesión

En la soledad del escritorio, o en los largos trayectos en transporte público, es el momento de tener dudas y buscar la inspiración basándose en esa biblioteca mental de la que tantas veces hemos hablado. Son esos cuadros, fotos, ilustraciones, novelas y cuentos que nos gustaron en el momento que los descubrimos.

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Luego es el momento de escribir el proyecto, a partir de la idea que has tenido. Hay que buscar la localización, el vestuario si es necesario, el famoso atrezzo, que puede ir desde un coche hasta un simple espejo. Todo depende de algo muy importante, y que no se puede olvidar: el presupuesto. Y asegúrate que lo aprueba el que tiene que hacerlo en última instancia.

Recuerda que no sólo cobras tú. Dentro el presupuesto tienes que contar con una estilista, maquillador, peluquero, ayudante… No es algo pequeño organizar estas historias. Puedes tener un equipo propio (algo recomendable, por la confianza y el apoyo que te pueden dar), o confiar en los que te propongan desde la revista o el propio retratado.

También hay que saber cuánto cuesta todo lo que quieres meter en la foto, como un coche, o la terraza del hotel en la que quieres trabajar, el catering para los breves momentos de descanso… Y sobre todo, tener claro lo que quieres conseguir para poder justificarlo en todo momento.

Durante la sesión

Y después de pasar todas las barreras, todos los presupuestos, y conseguir las mejores ideas, llega el momento de empezar a disparar.

Es el día en el que ves, después de toda la organización, que las cosas salen bien. Si algo falla, como la ropa, la luz, o la empatía con tus colaboradores, es culpa tuya.

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Y de nada vale lamentarse, pues lo importante es solucionarlo en el momento para llegar a buen fin, que no es otra cosa que un buen conjunto de fotografías.

Ahora es cuando más relajado hay que estar, cuando todo lo que has estudiado y practicado se convierte en algo que te hace actuar sin pensar, y lleva a creer a los que te rodean que las cosas te salen naturales.

Pero tú estás pendiente de todo, que las cosas sigan su curso, tal como habías planificado. Pocas cosas pueden estar en el aire en estos momentos, salvo la creatividad y la inspiración (que te pille trabajando).

El fin

Cuando todos se retiran, cuando su trabajo ha terminado y ya pueden empezar a pensar en otra cosa, empieza la segunda parte para el fotógrafo. Sólo ha hecho la primera parte. Ahora viene la segunda. Es el momento de la edición, donde se seleccionan los mejores tiros para ofrecer al cliente.

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Una vez elegidas las fotos, hay que revelarlas, para conseguir su mejor cara. Esto es lo que no se suele ver. Las horas delante del ordenador, quitando una arruga, un grano mal puesto o algo en el fondo que no termina de convencernos.

Aunque también podemos pagar a un retocador, aunque habría que haberlo puesto en el presupuesto. Es ahora cuando nuestro trabajo pasa por una última revisión que será más sencilla dependiendo de cómo hemos organizado la primera parte.

Al final la gente sólo ve una foto, y muchos serán capaces de decir que eso lo hace su niño con una cámara nueva. Habría que verlo.

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