Martin Parr es uno de los fotógrafos que más reacciones de amor y de odio despierta en la actualidad. Su entrada en la agencia Magnum fue una historia llena de zancadillas y apoyos extremos. Estamos ante uno de los más inclasificables maestros de la fotografía actual.
El turista, en la mayor parte de los casos, se hace fotos para demostrar que ha estado ahí, y poder presumir de ello. Quedaba claro el sentido de la exposición desde el principio: vamos a vernos retratados como algo antropológico. El turista puro y duro, con calcetines y sandalias, que todos hemos sido alguna vez, y si no que alguien tire la primera piedra. Y este es el tema al que Martin Parr que está dedicando su vida. Además de reflotar con nuevas ideas a la popular agencia.
Martin Parr trabaja la fotografía desde el humor, con una visión pop, por el uso luminoso del color que tiene gracias al flash anular que suele montar en su cámara. Es un crítico feroz del mundo occidental, pero es una autocrítica, pues es un apasionado de toda la parafernalia de los recuerdos, de esas figuritas que no dudamos en comprar para esa persona que veremos al volver a casa, y que sabemos que tienen la casa llena de recuerdos seriados, o lo que es más grave, para nuestra casa.
No le gustan los convencionalismos. A pesar de ser un fotógrafo Magnum sus trabajos no parecen serios, están más cercanos a un mundo naif de lo que les gustaría a muchos. Sin embargo es uno de los críticos más feroces del siglo XXI.
Expone de una manera muy espartana, sin marcos ni cristales, sujetadas unicamente por imanes. Son de diversos tamaños, desde el clásico formato postal, hasta grandes ampliaciones que rompen la monotonía que podemos ver en muchas otras exposiciones, donde todas las fotos son iguales.
La última exposición que vi de él, en Barcelona, llamada Souvenir. Martin Parr, fotografía y coleccionismo fue, según cuentan los responsables de la misma,
una privilegiada ilustración de las sorprendentes relaciones entre la fotografía y el coleccionismo, en el marco de la experiencia turística.
No te dejaba indiferente. Nada más entrar, se podía ver una serie de retratos del propio autor en los innumerables lugares donde puedes hacerte una foto de recuerdo de tu paso por algún lugar, que refuerza la obligación que sentimos todos de mostrar que hemos estado en algún sitio para ser admirados o reconocidos por sus allegados.
Su obra se debe valorar en sus conjunto, te puede gustar o no, pero hay que reconocerle una fastuosa visión del color y una capacidad de trabajo impresionante. No tiene fotocasualidades, si se me permite el neologismo, tiene instantes buscados con suma devoción.
Los diez consejos de Martin Parr
Como resumen de su forma de entender su oficio y por extensión su vida, podemos acudir a los consejos del maestro provocador de la fotografía. Aunque estéticamente no es santo de mi devoción, estoy totalmente de acuerdo con todos sus consejos.
Sabemos que no sirven de nada y que cada uno tiene que generar sus propias normas y no dar por válidas las de los demás hasta que las lleve a la práctica y compruebe que le sirven, peor siempre creo que si alguien como él dice estas cosas algo de razón debe de tener:
- Preocúpate por las series, no por las imágenes individuales.
- Opina a través de tus fotografías.
- Sé obsesivo.
- Sé creativo.
- Es excepcional que tomes una buena fotografía.
- Encuentra lo extraordinario en lo ordinario.
- Acércate a las cosas.
- Sé exagerado.
- No permitas que la gente se ría en tus fotos.
- Experimenta.