Los fotógrafos no cobramos

Los fotógrafos no cobramos

Con motivo de la celebración del nombramiento de Donostia-San Sebastián como capital europea de la Cultura, la empresa la empresa K6 Gestión Cultural está organizando una exposición donde todos ganan salvo los fotógrafos. Porque ya se sabe, los fotógrafos no cobramos.

Desgraciadamente, no es la primera, ni la segunda, ni será la última vez que pasa algo semejante. En una exposición de fotografía hay dinero para todo menos para pagar por el trabajo de los fotógrafos, que son una parte importante y fundamental de algo semejante, creo yo.

La excusa esgrimida esta vez parece calcada de otros muchos casos similares que hemos oído todos alguna vez. La famosa falta de presupuesto, pero esta vez con un poco de humor negro en el correo que enviaron a todos los participantes que ellos habían seleccionado:

En principio no contamos con presupuesto para las imágenes, ya que, como imaginarás, la exposición no tiene ningún fin lucrativo.

El presupuesto oficial para el proyecto Milla de la paz de San Sebastián 2016 es de 226.000 €. Y ante la estupefacción de los fotógrafos seleccionados: Álvaro Ybarra, Andrés Martínez Casares, Maysun, Guillem Valle, José Colón, Alfonso Moral, Andoni Lubaki, Pep Bonet, Gervasio Sánchez, Raúl Gallego Aballán, Luis de Vega, Rafael Fabres, Manu Brabo, Ricardo García Villanova, Sergio Caro y Diego Ibarra, ni un euro para pagarles el trabajo.

Los fotógrafos no cobramos
Donostia-San Sebastián tras las cortinas

Pero sí que hay dinero para cosas como Aplicaciones tecnológicas o Señalización, donde sólo prevén gastar 60000€… Todo en números redondos, para que quede bien  bonita la licitación.

Los fotógrafos no merecemos cobrar

Os prometo que es muy difícil vivir de la fotografía. Mucho. Y en los tiempos que corren mucho más. Hace tiempo relaté el camino que he hecho para llegar a decir que soy profesional. Y seguro que muchos lo han recorrido de forma similar:

  • La magia de la fotografía me atrapó. Pudo ser por una exposición, una cámara que me regalan, un libro que leí o por inspiración divina…
  • Empecé a hacer fotografías como un loco, con resultados pésimos y descorazonadores. Mil preguntas a los que veía con un cámara.
  • Buscaba información por todos lados. Los que empezamos antes de internet, lo teníamos un poco más difícil porque había que desplazarse.
  • Me apunté a un curso en el centro cultural del barrio.
  • Encontré mis primeros referentes y referencias. Las primeras fotos buenas salieron. Cruzaba la ciudad días enteros con la cámara la hombro. Y los libros de fotografía inundaban mi habitación.
  • Después de mucho esfuerzo, me compre una cámara mejor en el mercado de segunda mano. Ya tenía la mejor del mundo, la mía. Me faltaban objetivos y quería un flash mejor. Pero había que esperar.
  • Estudié otra cosa. Pensé que el mundo de la imagen es sólo una afición. Mientras oía a un profesor hablar y hablar, pensaba lo bien que le quedaba esa luz a esa chica tan guapa que estaba a mi izquierda, al lado de la ventana donde se veía la calle. Estaba infectado de fotografía.
  • Empecé a estudiar fotografía más en serio, asistiendo a talleres y más talleres. Busqué las primeras prácticas. El miedo me invadió en los primeros trabajos pero de los errores se aprende, y mucho.
  • Cobré tu primer trabajo. Te sientes dios. En mi caso, Richard Avedon.
  • Me dí cuenta por primera vez de todo lo que me falta por aprender. Momento depresivo que  se resuelve con una conversación o con un visionado de porfolio. Y más trabajos, por supuesto.
  • Me lié la manta a la cabeza y me hice autónomo. Empecé a ganar  mucho más dinero y hay que ser legal. Pasé definitivamente de aficionado a profesional.
  • Como ya era profesional, compré un equipo en consecuencia.  Y paso años y años trabajando y pagando impuestos. Conseguí mi sueño que cada vez está más cerca de romperse. Y me di cuenta de una cosa: nunca está de más aprender más.
  • El siguiente paso fue apuntarme a un curso profesional para buscar nuevas respuestas y salir de la rutina en la que puedes haber caído. A pesar de todo no paras de hacer fotos.
  • Ya era un profesional de pleno derecho, con años de experiencia a tus espaldas. Cuando hago una foto, busco en mi archivo mental hasta conseguir que ese disparo sea único. Tengo la suerte de no estar encerrado todo el día en una oficina viendo las mismas caras. Mi lugar de trabajo es la calle, las casas, el campo. Pero siempre hay que pagarlo todo. Y aprender más.

Esta fue mi ruta para llegar a ser fotógrafo, y en los últimos tiempos jode (perdón por la expresión pero es lo más concreto que me sale) que haya gente que considere que pagar el trabajo de alguien no merezca la pena, que es muy caro, o que hay que adaptarse a los tiempos y te remitan a los principios de la solidaridad o algo que odio especialmente, al prestigio que tendrás por participar en tal evento.

Por eso apoyo totalmente a todos los compañeros que han sufrido semejante desprecio por parte de una empresa que piensa que dentro de un proyecto hay gente que merece cobrar y otros tan sólo actuar por amor al arte, porque parece que sólo tenemos que dar a un botón.

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