La fotografía en la guerra (y II)

Hoy continuo con la fotografía en la guerra donde lo dejamos en el anterior artículo, al principio de la II Guerra Mundial. Vamos a ver cómo se desarrolló la fotografía durante este triste periodo y cómo se ha transformado el fotógrafo de guerra en la actualidad.

Los jefes de los ejércitos eran ya plenamente conscientes del poder de la imagen, pero hasta límites insospechados. Una buena imagen podía hacer ganar muchos adeptos, y que muchos se alistaran para ayudar a los gobernantes a hacer sus vergonzosos juegos, mientras ellos se quedaban en sus despachos llenos de condecoraciones.

La II Guerra Mundial

Por eso, en esta guerra, cada gobierno elegía a un grupo de fotógrafos para que hicieran su trabajo bajo sus órdenes, como si fueran soldados. Sin embargo, los reporteros de las grandes revistas, fueron los encargados de enseñar la cruda realidad. Gente como Robert Capa o Eugene Smith demostraron de sobra su valía y su entereza a través de sus miradas. Sufrían lo mismo que sufría un soldado raso, y precisamente por eso eran muy apreciados.

Gente como Robert Capa o Eugene Smith demostraron de sobra su valía y su entereza a través de sus miradas.

En la excelente autobiografía de Robert Capa, Ligeramente desenfocado o en el increíble libro de John G. Morris podemos leer mucho sobre este tema. Dentro de poco hablaré de ¡Consigue la foto! Una historia personal del fotoperiodismo, un libro fundamental para entender todo este mundo.

Desembarco de Normadía. Robert Capa
Desembarco de Normadía. Robert Capa

Hay muchas fotografías icónicas de esta época, desde las míticas del desembarco de Normandia hasta la popular foto de Iwo Jima, donde seis soldados clavaron la bandera norteamericana en territorio japonés por segunda vez para la fotografía (estas fotografías han inspirado Salvar al soldado Ryan y Banderas de nuestros padres, respectivamente), o la confirmación de la destrucción total por culpa de las bombas atómicas.

Por no hablar de las fotografías trucadas, como la famosa toma de Berlín por parte de las tropas rusas, en las que se borró el reloj de uno de los soldados para impedir que se pensara que había habido pillaje.

La guerra de Vietnam

Pero cuando el fotógrafo de guerra encontró toda la libertad para trabajar, y por lo tanto denunciar la incoherencia de las guerras, fue Vietnam. Es llamativo cómo pudieron trabajar los fotógrafos entonces. No había restricción alguna. Todo el control que hubo durante la II Guerra Mundial no se pudo mantener. Cualquiera podía hacer lo que quisiera.

Se podía fotografiar a los muertos, a los heridos más dantescos sin miedo a perder los carretes por la censura. Cada fotógrafo podía elegir la temática, el lugar y la crudeza de su trabajo sin miedo a un tribunal militar. De hecho, muchas de las fotografías de entonces supusieron que el pueblo americano estuviera cada vez más en contra de una guerra sin sentido, política y cruel. Muy cruel.

La niña del napalm. Nick Ut
La niña del napalm. Nick Ut

Por poner sólo un ejemplo de los muchos que podemos encontrar en los libros de historia y en nuestra memoria, todos recordamos la dura imagen de una niña corriendo tras ser alcanzada por el agente naranja. La niña de napalm de Nick Ut, levantó la ira de muchos ciudadanos contra una guerra que nunca tuvo sentido. Una de las historias más tremendas de esta fotografía es que estuvo a punto de no salir a la luz no por el dolor que reflejaba, o por el sufrimiento de un niña, sino porque iba desnuda.

En Vietnam, la fotografía ayudó a frenar una guerra porque los inteligentes dirigentes fueron incapaces de adivinar la fuerza de la imagen. Pero desgraciadamente aprendieron la lección. Y ningún ejército ha dejado, desde entonces, libertad a los fotógrafos para denunciar e informar al mundo de lo que realmente está pasando.

Las últimas guerras

La prueba más evidente es la aséptica, limpia y lejana guerra del Golfo, la llamada guerra de la CNN, donde sólo pudimos ver los bombardeos nocturnos como si fueran fuegos artificiales. Era imposible ver dolor, víctimas… Lo único que vimos en aquella guerra de los noventa fue un fondo negro roto por luces blancas que cruzaban la pantalla.

Golfo Pérsico
Golfo Pérsico

Aunque imaginábamos lo que estaba pasando, no podíamos confirmarlo. Como dicen muchos, aquella guerra pareció más un videojuego que otra cosa. Pocos vimos la realidad de lo que ahí estaba pasando. En la guerra de Irak pasó lo mismo, pero ya existían otras cadenas y medios lo suficientemente fuertes para hacer la competencia a los americanos. Y el punto de vista árabe pareció más fiel a la realidad.

Como final de este triste artículo, mencionaré el trabajo de los fotógrafos de la guerra de los Balcanes. Sucedió en el centro de Europa, a una hora escasa de Italia. Fue una de las mayores masacres de la historia. Todavía hoy se están abriendo las fosas con miles de cadáveres. Todos pudimos asustarnos de la maldad del ser humano, gracias a las crónicas y a las fotografías de todos los profesionales, como Gervasio Sánchez o el veterano J. Natchwey, que fueron allí a encontrar explicación a algo que los de arriba todavía no han entendido, pero que parece que les da igual. Lo más triste de todo esto es que esta guerra pudo ser cubierta por su carácter local, por ser una guerra civil.

Y lo más emocionante es que los propios ciudadanos pedían ser inmortalizados para que el mundo fuera capaz de creer que tanto dolor era posible. Que no les dejaran solos. Ese es el poder de la fotografía y el reconocimiento que hay que hacer a todos los profesionales. Lo triste es que los políticos siguen sin entenderlo.

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