Mil veces buenas noches, película de fotógrafos

Mil veces buenas noches es la última película en la que la fotografía tiene un papel fundamental. La historia de una reportera de guerra que sólo sabe vivir con su cámara entre las manos en situaciones en las que cualquiera se moriría de miedo. Es una película que le encantará a los fotógrafos.

Hace ya tiempo que fui al cine a ver Mil veces buenas noches. Creía que sería una especie de homenaje a Romeo y Julieta, pues el título rememora uno de los famosos diálogos de los dos enamorados. Pero estamos ante una película dedicada al mundo de la fotografía. No podemos olvidar que el director, Erik Poppe, fue fotógrafo de guerra antes que director de cine. Desde luego, tiene tintes autobiográficos.

– Mil veces buenas noches.
– Me sentiré mil veces peor, por falta de tu luz.

La frase resume perfectamente el argumento de la película. Una famosa reportera gráfica de guerra sufre los efectos de un atentado por culpa de su entregada pasión. Cuando vuelve a su país, con su familia -marido y dos hijas- encuentra el miedo que tienen a no volverla a ver por culpa de su profesión. Y ella teme no volver. El temor que tienen ambas partes de perder su luz, su guía.

Juliette Binoche es la protagonista. Y sólo por eso merece la pena ir a la ver la película. Su marido es Nikolaj Coster-Waldau, al parecer actor de la aclamada Juego de tronos, donde interpreta a Jaime Lannister. Ella se come todos y cada uno de los planos en los que aparece, y cuando falta en la pantalla, no puedes evitar echarla de menos.

Porque es una de las pocas veces en la que se ve una interpretación fidedigna de un fotógrafo de guerra, sin atisbo de tópicos. Sin duda estuvo asesorada por el propio director de la película, y por lo que pude ver en los títulos de crédito -la parte final de la película que nadie ve en los cines- recibió los consejos de varios fotógrafos, entre ellos Zoriah Miller, un reputado fotoperiodista, y Marcus Bleasdale, que también trabajó como foto fija durante el rodaje. Las fotos que vemos a lo largo de la película son de ellos.

Podemos saber si un actor se ha preparado su papel como fotógrafo de una forma muy sencilla. Sólo hay que ver cómo sujeta la cámara, cómo la lleva de un lado a otro. Si notamos que el actor lo tiene como un accesorio, o no sabe cogerla, le hemos pillado y no creeremos su papel. Fijaos por ejemplo en los telefilmes de abogados cuando sale el acusado. Ninguno de los fotógrafos lo hace bien.

Mil veces buenas noches
Mil veces buenas noches

Pero la Binoche es una actriz curtida y profesional, y en todos los planos vemos que sabe lo que hace. Parece que lleva ejerciendo toda la vida. No podemos olvidar que ya protagonizo Código desconocido, donde interpretaba a la novia del fotógrafo, y sabiendo como se implica, seguro que conocía ya la profesión de sobra. Incluso una de las fotografías que muestra el horror de las guerras, y que sirve para que la madre explique a su hija mayor cómo es la realidad, la eligió personalmente Juliette Binoche.

Mil veces buenas noches tiene un comienzo y un final demoledores. La parte central está llena de reflexiones y de escenas dedicadas a la fotografía. Descubrimos el material en el que están hechos los fotógrafos de guerra, como sus ganas de reflejar todo lo que pasa les lleva a un punto de inconsciencia que no es compatible con la vida familiar. Se vuelven egoístas, pero su trabajo es necesario. Y demasiadas veces pueden llegar a un punto de no retorno.

En un momento de la película ella confiesa a su hija, con una sonrisa en la boca que ella fotografía por la ira, para canalizar este sentimiento que le invade cuando descubre que el mundo no funciona. Sabe que puede dar voz a los que no la tienen, pero muchas veces no es suficiente, y muchas veces la pesada burocracia lo ralentiza todo.

Ella fotografía por la ira, para canalizar este sentimiento que le invade cuando descubre que el mundo no funciona.

Para los amantes de los aparatos señalar que ella carga todo el rato con cámaras Canon, una EOS 1D y una EOS 5D Mark III -en algunos planos parece su sucesora-, con un 24-70 y un 70-200. Que a su hija le deja una Canon G1x MarkII, y que hay un momento, en el que la hija dispara a su madre con un ráfaga, que no es posible, a no ser que tenga configurado el formato jpeg. Eso sí, está claro quién patrocina la película, pues aunque el personaje lleva la cinta puesta para tapar la zapata del flash, se le olvida tapar el blanco logotipo de la marca.

Estamos ante una película con escaso éxito comercial pero muy interesante para los amantes de la fotografía y del cine. Ojalá muchas de las películas que arrasan en taquilla fueran capaces de trasmitir el 10% de lo que nos cuenta esta.

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