Acerca de La gran belleza

De vez en cuando escribo en FERFOTOblog sobre el mundo de la fotografía en el cine. Hoy quiero recordar La gran belleza, la película de Sorrentino que he vuelto a ver estos días para ver si me volvía a causar el mismo impacto en todos los sentidos, y sobre todo en el visual. Es otra película que no puedo dejar de recordar.

La gran belleza es una película italiana de 2013. Dirigida por Paolo Sorrentino, protagonizada por Toni Servillo y fotografiada por Luca Bigazzi. Tres nombres que no forman parte del estrellato europeo y que sólo reconocen los cinéfilos empedernidos que se pierden por las noches en las oscuras y mágicas salas de las versiones originales.

Pero de repente dieron a luz esta película, que ha vuelto a dividir a los espectadores y a enamorar a todos los críticos, incluso a los que les sienta mal que alguien sea capaz de hacer algo hermoso porque no lo han pensado ellos.

No voy a hablar de Sorrentino ni de Toni Servillo, de los que confesaré que no he visto, para mi vergüenza, ningún otro trabajo. Aunque ahora me confieso fiel devoto del personaje que sin duda han creado juntos. Algunas veces, incluso quiero ser Jep Gambardella, el gran protagonista.

Voy a centrarme, como corresponde a este blog, en la fotografía de Luca Bigazzi. Sólo ha recibido el Donatello por su trabajo. Pero de nuevo vuelve a repetirse algo en lo que creo firmemente: La buena fotografía es condición sine qua non de una excelente película. ¿Recordáis alguna en la que la fotografía no os traslade a su mundo?

Luca Bigazzi es director de fotografía de algunas interesantes películas. Tengo que confesar de nuevo que en esta ocasión sólo he visto una película de él, Copia certificada de Abbas Kiarostami. Por lo tanto poco puedo hablar de su evolución o influencias sin caer en el pecado de hablar desde la ignorancia. Pero voy a analizar su trabajo.

La fotografía de La gran belleza

Desde el principio queda claro, con esos movimientos imposibles de grúa, mientras el turista oriental, que no sabe sujetar la cámara, se desmaya ante la belleza de Roma como se supone que imaginó Stendhal, que la imagen va a ser muy importante a lo largo de todo el metraje.

Roma es el decorado de la película. Es un escenario perfecto. Y si además podemos rodar en el crepúsculo, cuando las luces enseñar lo justo, como si fuera puro erotismo insinuante, el director sólo tiene que contratar a alguien de su confianza para lograr un trabajo redondo.

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Todo parece escondido, como la mediocridad, o quizás hastío de muchos de los personajes, que bailan al son de la mundanidad de Gambardella, escritor de una sola novela que está harto de todo a pesar de su tendencia a la sensibilidad, como reconoce desde el principio.

La película es una sucesión de imágenes desde el punto de vista de Gep. Vemos lo que él mira. Retazos de la realidad que él disecciona como si fuera un fotógrafo. Esos niñas que juegan con la monja. La forma de mirar a las mujeres. Ver el mar en el techo de su dormitorio o levantarse de su hamaca para contemplar el Coliseo con la cálida luz de la mañana antes de acostarse.

La película es una sucesión de imágenes desde el punto de vista de Gep. Vemos lo que él mira. Retazos de la realidad que él disecciona como si fuera un fotógrafo.

Esa es la gran belleza que da nombre a la película. La capacidad innata del protagonista de saber mirar y distinguir el cielo del infierno. No caer en las redes de un cuerpo de mujer desnudo si realmente no tiene nada que decir.

La culminación es el paseo nocturno por los palacios romanos gracias al amigo de las princesas. Van andando por múltiples estancias con la luz descubriendo cada rincón secreto de las obras de arte con una iluminación falsa y forzada que no deja ni un momento de ser fascinante. No podemos olvidar que estamos viendo a través de los ojos de Gambardella la búsqueda constante de la belleza.

La secreta decepción que se pueden llevar muchos es que hay muchos efectos especiales encerrados en los fotogramas que contemplamos extasiados durante el metraje. Pero su secreta virtud es que apenas son perceptibles, salvo por los dos momentos naturales que todos los que la hemos visto reconocemos.

Conclusión

A lo mejor a muchos les parecerá una película lenta y banal, llena de personajes desagradables que no saben que hacer con el tiempo que les sobra y que son capaces de ser hipócritas incluso en los funerales. Pero son reales, dolorosamente de verdad, porque son capaces de reconocer sus fallos y tienen amigos que se los dicen.

La película la disfrutarán los cinéfilos y los fotógrafos que buscan romper las normas o una fuente de inspiración constante. No es una película comercial y además es larga. Si hubiera alguien que no la aguantara le recomendaría hasta verla sin sonido, pero sería una cruel mutilación.

Sólo queda una cosa que señalar. Esta película hay que verla en el cine. Si no fuera posible, en Blu ray. Y jamás en DVD. Pocas veces he visto una copia tan mala de una película. Se pierden todos los matices de las sombras, que quedan convertidas en puros empastes negros. Es un auténtico suicidio visual y la mejor forma de perderse una experiencia única de buen cine. Y esta película no se lo merece.

 

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