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Espacio RAW, un laboratorio profesional

Hace dos años fui con mis alumnos del Curso General de Fotografía a conocer un laboratorio que acababa de abrir en Madrid, Una apuesta de dos profesionales de la fotografía que se materializó en Espacio RAW, un lugar donde nuestras imágenes logran la mejor impresión posible.

La semana pasada volví a dicho laboratorio con unos cuantos alumnos nuevos para que vieran cómo funciona una laboratorio profesional y en qué se distingue de los demás.

Cuando imprimes en el laboratorio de la esquina, o en un centro comercial a un precio paupérrimo, consigues un buen resultado en la mayoría de los casos. Hasta que ves la misma fotografía realizada en un lugar como Espacio RAW. ¿Pero por qué?

Imprimir un archivo digital no es tarea fácil. Desde la gestión del color, esa pesadilla que hace sudar a todos los fotógrafos de bien o al menos los que conocen y sufren sus consecuencias, hasta controlar todos los pasos que hay quedar para lograr un resultado perfecto. Para solucionarlo, David López Espada nos estuvo contando todos los entresijos para conseguir una copia final excelente.

Primer paso

Lo más importante es no parar de hacer fotos. Es algo evidente, pero jamás haremos buenas copias si no hacemos buenas fotos. Ahora es más fácil y económico. No es cuestión de volverse loco y llenar tarjetas sin sentido. Pero sí que podemos practicar y probar encuadres nuevos sin miedo a perder el dinero del bolsillo.

Podemos trabajar con cualquier formato, desde luego. Pero el único que nos dará toda la calidad posible es el RAW. No obstante, también se pueden hacer maravillas con un buen jpeg, siempre y cuando esté bien expuesto de entrada.

Segundo paso

Llega el momento de revelar nuestro archivo. Aplicar todas las técnicas que conocemos para dar forma a nuestras fotografías. Es necesario, además de hacer un buen disparo (que se da por descontado), conseguir un buen resultado en este momento.

No se puede olvidar que el buen revelado es aquel que no se nota, al menos desde mi punto de vista. El lenguaje de la fotografía es tan potente que no merece la pena ensuciarlo con otras gramáticas prestadas de la pintura. No hay que caer en el pictorialismo. Aunque como siempre, sobre gustos no hay nada escrito.

Muchas veces con un buen revelado en un editor de imágenes se consiguen resultados perfectos. Pero a mucha gente le gusta crear capas y más capas hasta conseguir una fotografía impecable. Todo sirve si comunica algo al final.

Tercer paso

Como nos comentó David, cualquier formato es válido (es increíble ver cómo nos hizo una copia excelente, de 30 cm de lado, a partir de un archivo jpeg comprimido con un peso de 500 kb). Pero lo mejor, cuando vamos a un laboratorio de estas características, es entregar un TIFF de 16 bits en Adobe RGB (1998). Son parámetros que no te admitirán en ningún laboratorio, pero en Espacio RAW saben sacarle todo el jugo.

Hay muchas teorías sobre la gestión del color, como por ejemplo trabajar siempre en ProPhoto, el espacio más amplio, o no complicarse la vida y tirar en sRGB, pero el consejo que nos dio David fue centrarnos en Adobe RGB (1998), que contiene los colores suficientes para ver en un buen monitor y reproducir en una buena impresora de tintas pigmentadas como los que tienen ellos en su laboratorio.

Respecto al tema de la impresión, Espacio RAW es uno de los pocos laboratorios que han preparado una impresora para trabajar con tintas al carbón, un proceso que logra un rango dinámico y una gama de grises incomparable. Eso sí, como es lógico, sólo para copias en blanco y negro.

Cuarto paso

Llega el momento de elegir el papel, el fin ideal de una fotografía incluso en la era digital. Podemos elegir casi cualquier papel del mercado, desde los más sencillos hasta los últimos baritados de calidad museo.

Espacio-RAW-copias

Es difícil decidirse por uno u otro. Depende de lo que necesitemos o queramos trasmitir. Cuando sea importante la textura, iremos a por uno de algodón, pero si queremos poner la fotografía tras un metacrilato puede que no tenga sentido apostar por otro papel que no sea un RC sencillo.

Otra opción, y que certifica el creciente interés por los medios químicos tradicionales, es que han montado un laboratorio químico en el que podemos volver a sentir la magia del cuarto oscuro, el olor penetrante del revelador y conseguir una copia en auténtico papel de plata a partir de nuestros archivos digitales por contacto. La técnica es muy llamativa, y los resultados muy buenos.

Así que si queréis unas buenas copias en papel de vuestras fotografías podéis pasaros por este laboratorio de Madrid, al lado del parque del Retiro y redescubrir lo que se siente con una foto entre las manos.

 

 

 

¿Es necesario revelar las fotografías?

Recuerdo como una pesadilla insana a unos alumnos que durante tres meses interminables se negaban a seguir mis explicaciones sobre las técnicas de revelado digital que suelo explicar. Su argumento era que todo eso querían hacerlo en el momento del disparo. Y aunque les dije que es imposible, que jamás una fotografía sale terminada de la cámara, terminaron yéndose, para descanso de todos.

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Empieza una nueva época en FERFOTOblog

Después de algunos años colaborando en otro medio, he dado el paso de lanzarme a una nueva aventura en solitario en FERFOTOblog, con la idea  de seguir publicando artículos sobre el mundo de la fotografía, sin la presión de terceros. Voy a escribir sobre todo lo que me gusta y sobre todo aquello que me pidan los lectores, así como mis fotografías, como he venido haciendo hasta ahora en este pequeño blog.

Y por supuesto hablaré de los libros que estoy escribiendo sobre técnica fotográfica, un proyecto en el que llevo mucho tiempo metido y del que pronto tendréis más noticias. Y procuraré avisar con tiempo de los cursos que doy en Madrid y en Asturias, y otros lugares de la península donde me llamen.

Estructura de FERFOTOblog

Voy a seguir teniendo contacto con las marcas  que me cederán sus equipos para la sección Análisis. Hablaré de todas sus posibilidades y ventajas.

Asistiré a las presentaciones de  galerías, museos y fundaciones para traer toda la información del mundo de la Cultura fotográfica, pues sigo pensando que es imposible aprender si no conocemos lo que hacen los demás. El cine será uno de los pilares de esta sección. Y por supuesto no dejaré de hablar de libros y catálogos, una de mis grandes pasiones.

Por supuesto -era uno de mis puntos fuertes de la etapa anterior- publicaré artículos de Técnica fotográfica con los programas más populares, sobre todo Photoshop y Lightroom, pero también de Capture One, Capture NX, Digital Photo Professional… Por mi forma de entender la fotografía no creo en sacar conejos de la chistera gracias a la posproducción. Creo que todo está contenido en el momento del disparo y que el ordenador tiene la función de mejorarlo, nunca de cambiarlo. Iré reescribiendo los más de ochocientos artículos de mi época anterior para que estén aquí contenidos, además de nuevas técnicas y procedimientos.

Iré reescribiendo los más de ochocientos artículos de mi época anterior

No obstante, hablaré también de los Trucos sucios que podemos hacer, pues en el mundo profesional los clientes piden cosas imposibles y muchas veces con presupuestos ridículos, y no nos queda más remedio que acudir a las tretas que nos ofrece el software para conseguir esa foto perfecta con la que sueñan los empresarios.

Es el momento de volver a FERFOTO revela tu foto, adaptación de la popular sección de fin de semana que tenía en el blog en el que estaba colaborando hasta ahora. La dinámica seguirá siendo la misma. Vosotros, lectores, me enviáis un archivo original, tal cual ha salido de la cámara, junto a un pequeño comentario, y yo la analizaré y revelaré para ver hasta donde puede llegar la interpretación del archivo, que Ansel Adams llegó a comparar con una partitura.

Y no puedo olvidar en FERFOTOblog la Historia de la fotografía, donde contaré la vida de los grandes, las curiosidades de las imágenes y las pequeñas anécdotas que salpican nuestra pasión.

El camino será largo y difícil, pero más llevadero si vosotros me acompañáis. Para empezar publicaré tres o cuatro artículos por semana. Aparecerán también en Facebook y en Twitter. Espero que podamos ir juntos en esta nueva aventura fotográfica.

Otro cuento de fotografía

Escribí este cuento de fotografía hace mucho tiempo, mucho tiempo, en la universidad, a raíz de las fotografías eróticas de Helmut Newton sobre objetos ortopédicos. Espero que os guste:

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Cuento de fotografía

Éste es un cuento que escribí hace diez años para una clase de la universidad, y lo creía perdido. Ya me diréis si os gusta:

«En los últimos días de 1826, Niepce pudo, por fin, admirar la vista de su ventana en un papel. Llevaba años escondido entre la alquimia y la oscuridad de su mansión, pero por fin había podido atrapar la luz. Una justa recompensa, y una réplica al motor de fuego que había inventado su hermano, para mover los barcos, sin ayuda de los remos y las velas.

Daguerre acababa de perder en un incendio, en una fría noche, sus  gigantescos dioramas de Roma, la isla de Santa Elena y del templo de Salomón. Eran tan perfectos que el conde de Artois, el futuro Carlos X, tiró una moneda de oro al lienzo para asegurarse de que lo que veía era una mentira. Quería recuperar tiempo y dinero. Niepce era un idealista y Daguerre un empresario.

El científico, perdido en sus fórmulas y pendiente de la plasmación de un bodegón con frutas que se pudrían después de diez horas al sol, formó parte de la empresa que le ofreció Daguerre. Sacarían a la venta el más importante éxito de la codicia del hombre: detener el tiempo para contemplarlo en cualquier momento y ocasión.

Pero todo sigue. Niepce avanzaba con lentitud. Nunca conseguía grabar los colores. Sólo el blanco, el negro y sus matices. Parecía que las cosas eran conscientes de su eternidad. Los bolsillos del hombre espectáculo no entendían estas tonterías y se iban vaciando.

– Quiero resultados, querido amigo. Quiero éxitos. La políticos venían a presentarme sus respetos. A mí, un hombre del pueblo, me aplaudían los de la Academia. La Revolución permitió estas cosas. Y no puedo perder aquellos honores. ¿Me entiende, verdad? Déjese de dudas, y dé forma definitiva a sus… ¿cómo las llama?… sí, a sus puntos de vista. El éxito está a la vuelta de la esquina.

Niepce, en su cuarto oscuro lleno de frascos, papeles, máquinas, lentes y diafragmas soñaba con el retrato perfecto de su mujer mientras extendía el betún de judea en una nueva placa.

– Sabe de sobra, querido colega, que esto es lento. Lo que estamos haciendo es aplicar la sabiduría acumulada de los siglos, y no se puede sacar dinero rápido del tiempo.

– Lo sé, lo sé… Siempre me lo dice. Pero esto es grande. Si estoy con usted es porque estoy seguro de que en el futuro nuestros nombres serán recordados…

El 3 de julio de 1833, una apoplejía mató a Niepce. Daguerre, de luto, y apoyado en su bastón, vio su futuro lleno de ingresos y menciones. Por primera vez se encerró en el laboratorio. Conocía de sobra el funcionamiento de la cámara oscura, y las fórmulas no debían ser muy difíciles. Seguro que podía mejorarlas. Aprovechó el dinero que aún le quedaba para comprar, por puro sentimentalismo (según sus palabras), los folios garabateados a  Isidore, el hijo de su socio,  que estaba convencido de la excentricidad de su padre. Por precaución, compraba la luna cornata, el yoduro de plata, el ácido nítrico y los demás ingredientes siempre en droguerías distintas. El invento era definitivamente suyo.

Los resultados empezaron a hacerse públicos. Daguerre, sin dar explicaciones, se limitó a decir que había capturado la luz, que había detenido su vuelo. Frases pomposas que le llevaron a la Academia, de la mano de los grandes sabios.

El 7 de enero de 1839, el mundo entero conoció, tras el discurso del astrónomo Arago, el daguerrotipo, nombre del proceso que llevaría a Francia y a su inventor, Louis Jacques Mandé Daguerre, a las más altas cumbres del ingenio humano.»

Por qué soy fotógrafo

Me hice fotógrafo porque mis padres me llevaron a ver la exposición de Cristina García Rodero en el antiguo museo de Arte Contemporáneo de Madrid en 1989, y al ver todas esas fotografías de lugares mágicos que estaban como mucho a 500 Km de mi casa, decidí que quería hacer lo mismo. Pero la primera vez que me sentí cerca de una mirada mitológica fue cuando vi las fotos de Richard Avedon en un libro, Técnicas de los grandes fotógrafos. Destacaba entre todos.

Ese encuentro fue el inicio de mi adoración. Sus libros comprados a costa de mis ahorros, la edición de la obra de Avedon en El País Semanal durante 1995, la exposición de Salamanca de 2001, los intentos de hacer lo mismo disparando a algunos de mis amigos en las sombras de la casa de la cueva, horas antes de la exaltación de la amistad.

En un curso con Jordi Socias descubrí que era otro apóstol del señor Avedon. Recomendaba no salir a hacer retratos si antes no te habías postrado ante An autobiography todos los días de tu vida. Y es lo que hago desde entonces, pero con su autorretrato que tengo en la nevera. También es bueno recordar que tienes que comer y que estás obligado a hacer otras cosas.

Y un día del año 2002, las imágenes del señor se manifestaron, como una zarza ardiendo. En Granada exponía su serie In the american west. También pasaría por Barcelona y por Madrid. Y en las tres estuve para ver si me iluminaba y me elegía como su sucesor. La primera estación de mi via crucis fue el centro José Guerrero, que linda con la catedral granadina donde algunos adoran a otros, pobres herejes. Fui con una amiga, en autobús, sin dinero, con la única certeza de poder dormir en la cama de un amigo con sábanas negras.

Y empecé a sufrir. Me imaginaba que el primer encuentro pleno con él iba a ser la consagración, la confirmación de mi paso por la vida como fotógrafo. No fue así. Contemplando, una a una, todas esas fotografías me di cuenta de lo insignificante que era, de lo que nunca llegaría a conseguir, de la absoluta incapacidad de crear algo semejante alguna vez en la vida. Él es único, y los demás estamos con la cámara al cuello porque tiene que haber de todo. Me puse a llorar por dentro. Jamás crearía obra alguna que permanezca en la historia. El encuentro con los grandes es una de las mejores curas de humildad que existen. No te dan falsas promesas, te dicen lo que hay. Yo he hecho Kind of Blue, o he escrito Pedro Páramo o soy Haydn y he compuesto el diálogo entre Adán y Eva, y tú no.

Sus grandes imágenes en blanco y negro, con iluminación natural, tomadas con una cámara de gran formato, como hizo en su época Edward Curtis, dan aires de leyenda rota a todos los protagonistas, ya sean mendigos, fisioterapeutas o vaqueros. No eran retratos amables para el presidente Reagan y todos sus secuaces. Era el oeste visto por un hombre genial. In the american west es un trabajo duro y descarnado, de un  realismo que mata el tópico del hombre Malboro y lo acerca al calor, el sudor y a la tristeza. Nadie ríe en ellas.

No puede haber nada más sencillo. Una cámara, un fondo blanco iluminado por la luz de la sombra, un fotógrafo y una persona elegida por él. Y consigue emocionar, contar una historia, que es al fin y al cabo, la función de la fotografía. La cámara registra lo que le deja ver el fotógrafo gracias a que la luz se lo permite. El modelo espera a que todo suceda y se va. De Richard Avedon depende el momento que permanecerá. Y por eso son geniales, porque está él. Y nadie puede hacer lo mismo. El fondo elegido aísla y da presencia al modelo, que se limita a mirar de frente. No sabe que se va a quedar desnudo, que su vida circulará en la cabeza de todos los espectadores. Que lo que le están haciendo no es foto carnet, no, están contando su vida sólo con un disparo. La fotografía como opinión.

Pensé en colgar la cámara, abandonarlo todo, dedicarme a cualquier otra cosa que no tuviera que ver con la fotografía. En las sucesivas exposiciones mi admiración crecía paralelamente a la tentación de dejar la cámara. Los ojos de los retratados, que no dejaban de ser la mirada de Avedon, me mataban. Pero me deje llevar por la pasión de toda una vida. Asumes que no serás como te gustaría, sino que serás como puedas. Desde entonces disparo con el único fin de mejorar en cada fotografía, intentando tener en la retina y en la cabeza todo lo que he aprendido desde entonces mirando directamente a los ojos de Richard Avedon.